Joaquin L. Ivars Amoros

Lo bueno que de momento no ha sido mi médico.

Desgraciadamente está persona ha atendido, si se puede llamar atender, a mí padre, porque lo que hace en sus consultas no tiene nombre. Te despacha corriendo y bien a distancia cómo si tuvieran la peste. No explica nada ni muestra atención y deja que le expliques nada. Qué decir de que trate así a unas personas mayores, para mí eso es de no tener vergüenza. La sanidad funciona mal por falta de presupuesto, pero está persona debería estar fuera del sistema y no mal gastar el escaso presupuesto.

Es puntual pero eso es lo malo, también, ya que tarda menos de un par de minutos con cada paciente: no te deja explicar ni el motivo de la consulta, echa un vistazo rápido sin ni siquiera dejar que te descubras la piel de la zona afectada, y, por último, te trata como si fueras tonto, o sea, no te explica nada y pone una expresión como "¿para qué...? ¡Si no lo entenderías...!"

1) Que dejara hablar al paciente y eplicarle lo que le ocurre, ya que ni pregunta el motivo.
2) Que no se mostrara tan impaciente por echarle de la consulta y pasar al siguiente, y al otro, y al otro... y terminar cuanto antes. Debería saber que, fuera, esperando, los pacientes se cachondean y comentan cuánto tarda cada uno en salir, cuántos segundos, por ejemplo, y comentan cuánto han tardado en otras ocasiones.
3) La simpatía, que deja mucho que desear.