"En las intervenciones que realizamos con ejercicio en pacientes que sufren Fibromialgia, Artrosis u Osteoporosis, existen resultados de éxito en un 84% de los casos cuando aplicamos el ejercicio como intervención diferencial... Ser físicamente activos nos previene de la lesión y la patología, estamos diseñados genéticamente para el movimiento, por lo que esa sería nuestra pastilla del futuro"
Alexandra Alonso Sal es Licenciada en Fisioterapia y en CC. de la Actividad Física y el Deporte, especializada en Terapia Manual Ortopédica en el Tratamiento del Dolor. Es fisioterapeuta y fundadora de Onelife y profesora de la Universidad Europea de Madrid.
Toda la vida he estado vinculada al ámbito deportivo y desde muy pequeña pude sentir y comprobar lo que la fisioterapia aporta a las personas que sufren algún tipo de dolor. El vínculo no solo comenzó en los buenos resultados que obtenía después de los tratamientos, sino también en el cariño y seguridad que los fisioterapeutas que me atendían me proporcionaban durante la recuperación de mis lesiones.
Recuerdo dos grandes episodios en concreto donde fueron esos mismos fisioterapeutas quienes me permitieron alcanzar algunos de mis mayores sueños tanto deportivos como académicos, y yo quería hacer eso en la vida, quería ayudar a las personas a conseguir sus metas, optimizando sus capacidades en la medida de lo posible y acompañándoles en el proceso con la mayor responsabilidad y compromiso.
Tuve la suerte de poder sentir desde muy joven qué era lo que me apasionaba y tras estos años trabajando estrechamente con el dolor me siento cada vez más agradecida.
Bajo mi perspectiva, la sinergia entre los diferentes profesionales que trabajamos por y para la mejora del dolor es un requisito indispensable en el abordaje del paciente lo sufre, y en este sentido el ejercicio como coadyuvante terapéutico potencia exponencialmente los resultados de todos los tratamientos.
Según los estudios científicos es la medicina más transformadora que existe, ya que tiene amplias posibilidades en su manejo, pero como cualquier tratamiento debe ser prescrito de forma adecuada y específica. Es fundamental diagnosticar de forma precisa qué necesidades tiene el paciente y a partir de ello establecer un programa de ejercicio individualizado para conseguir el máximo beneficio.
No cabe duda que el ejercicio genera un efecto sumatorio en el resultado de cualquier intervención, y así nos lo confirman los pacientes que atendemos cada día en Onelife.
La evidencia científica nos demuestra cómo una correcta intervención con ejercicio puede modificar en tiempo récord muchas de las variables y alteraciones que están relacionadas con la experiencia de dolor de las personas que lo sufren.
Esta disciplina tiene la capacidad de generar cambios inmediatos y sistémicos en aquellos sistemas estrechamente relacionados con el proceso doloroso generado por el cerebro, y por tanto, tratándolo de forma adecuada podemos modularlo.
Las respuestas al ejercicio mejoran el funcionamiento de diferentes sistemas como el inmunológico, el endocrino, el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo… lo que puede aportar una gran calidad de vida a los pacientes que sufren dolor crónico.
Un ejemplo de ello lo podemos ver en las intervenciones que realizamos con ejercicio en pacientes que sufren Fibromialgia, Artrosis u Osteoporosis, existen resultados de éxito en un 84% de los casos cuando aplicamos el ejercicio como intervención diferencial.
Ante todas, hasta lo que conocemos hoy en día, el ejercicio mejora cualquier tipo de patología en alguna de sus variables. En nuestro caso, en Onelife estamos especializados en la intervención para pacientes que sufren dolor crónico como Fibromialgia, Osteoporosis, Artrosis, dolor lumbar inespecífico… o en aquellos pacientes que tras alguna lesión han generado alteraciones en su esquema corporal y su control motor, dando como resultado estrategias de movimiento ineficientes que les predisponen a la recaída.
En este perfil encontramos por ejemplo pacientes que hayan sufrido un accidente de tráfico y cursen con dolor cervical o de cabeza, pacientes con alteraciones de la marcha y la pisada tras esguinces, aquellos que se han sometido a cirugías en la cadera, la rodilla o el tobillo-pie o también sujetos con tendinitis de larga evolución…
Finalmente, el objetivo final con el ejercicio es conseguir un mejor acondicionamiento físico general para el paciente. Ser físicamente activos nos previene de la lesión y la patología, estamos diseñados genéticamente para el movimiento, por lo que esa sería nuestra pastilla del futuro.
Lo más importante del ejercicio es que tenemos muchos recursos a través de los cuales podemos adaptarnos para ofrecer una posibilidad. Es un área muy amplia, en la que diferentes profesionales colaboran para seguir optimizando las intervenciones.
El ejercicio es un gran modulador del dolor, siempre que se realice con la dosis, el tipo y las intensidades adecuadas a cada patología y a cada paciente.
Tiene la capacidad de generar por sí mismo altos niveles de analgesia interna generando altos niveles de endorfinas, además de anular o combatir la liberación de ciertas sustancias que pueden amplificar la señal de alarma o amenaza que finalmente provocará la experiencia de dolor.
Desde la perspectiva neuroendocrina, el ejercicio ayuda a normalizar los niveles de cortisol en sangre (una de las principales hormonas del estrés), desde el sistema inmunológico es capaz de aumentar los niveles de sustancias protectoras (IL), hacer más fuertes las que ya poseemos y combatir de forma más eficiente aquellas que son perjudiciales para nuestro organismo, finalmente desde los ejes de estrés, es capaz de regular la activación del sistema simpático y equilibrarlo con la activación post-actividad de nuestro sistema parasimpático, aquel que nos da calma y cuya función se puede asemejar al botón "reset".