Hablamos con el Dr. Alfredo Morales Paciencia, responsable de cirugía refractiva y de segmento anterior en Clínica Oftalmológica Padilla. Está especializado en cirugía de cataratas con láser de femtosegundo, cirugía de presbicia con implante de lentes multifocales y cirugía refractiva para miopía, hipermetropía y astigmatismo.
La medicina fue en mi caso una elección vocacional, con la intención de ayudar y mejorar la vida de las personas. Durante la carrera de Medicina, al rotar en oftalmología, me pareció que era la especialidad con la que podía aportar más a los pacientes.
Podemos estratificar la respuesta a esta pregunta por grupos de edad.
A partir de los 40-45 años comienza la presbicia o vista cansada, proceso debido al cual empezamos a tener dificultades para la realización de tareas en la distancia cercana: leer, coser u otras actividades similares.
Sobre los 50 años es habitual que aparezcan síntomas como ardor, sensación de arenilla en los ojos, cansancio... que suelen estar relacionados con ojo seco. El ojo seco es un proceso muy común, que puede verse agravado por el uso prolongado que hacemos de las pantallas, tanto en la vida laboral, como en el tiempo de ocio.
A partir de los 60-65 años, podemos ir apreciando que, aunque nuestra cantidad de visión se pueda mantener similar, la calidad se resiente: precisamos de mejor iluminación, los colores se hacen más apagados o notamos halos con las luces. Estos síntomas podrían corresponderse con el inicio de las cataratas. Con el tiempo, éstas irán avanzando y afectarán también a la cantidad de visión de los pacientes.
La manera más común de corregir la presbicia es por medio de gafas o lentes de contacto. A los pacientes que ya llevan gafas previamente a la aparición de presbicia, se les añade una corrección adecuada para la visión cercana y a los que aún no las usan, se les prescribe una gafa exclusivamente para las tareas de cerca.
Existen maneras quirúrgicas de corregir la presbicia, intentando corregir en el mismo acto la miopía o hipermetropía y, si es preciso, el astigmatismo que pueda padecer el paciente. Esta intervención consiste en la extracción del cristalino y la implantación de una lente intraocular que denominamos trifocal. Dicha lente permite que los pacientes se liberen de las gafas en todas las distancias.
Tenemos a nuestra disposición una gran variedad de lentes intraoculares que implantamos durante la cirugía de la catarata, tras la extracción de la misma. Cada una de ellas, con el mismo nivel de calidad, aporta distinto grado de independencia de gafas. Las lentes monofocales sólo corrigen la visión de lejos, lo cual conlleva el uso posterior de gafas de cerca y visión intermedia. El grupo de lentes monofocales avanzadas y de rango extendido de visión aumenta esas prestaciones, aportando en visión lejana y también en la intermedia, limitando el uso de gafas a la visión cercana.
Las lentes trifocales proporcionan a los pacientes capacidad para ver de lejos, distancia intermedia y cerca, de modo que sean independientes del uso de gafas. Además de estas opciones, existen casos en los que se debe corregir el astigmatismo del paciente. Para esto usamos unas lentes que se denominan tóricas. Existen lentes tóricas de cada una de las categorías que he mencionado previamente.
La elección de la lente más apropiada para cada caso debe hacerse teniendo en cuenta las características y la situación clínica de cada paciente, en conjunción con sus necesidades y objetivos. Tras la realización de las pruebas preoperatorias y la exploración oftalmológica, determinamos si el paciente es apto para el implante de una u otra lente. Posteriormente, explicamos al paciente las posibilidades y tomamos en conjunto la decisión que creemos más favorable en cada caso.
Gracias a la tecnología médica actual, existen alternativas para tratar quirúrgicamente un gran porcentaje de casos de pacientes miopes. Sin embargo, aún existe un grupo que, por sus características, no son candidatos a cirugía ni con láser ni con lentes intraoculares.
Fundamentalmente hay tres situaciones en las que indicamos lentes intraoculares para la cirugía de la miopía (hipermetropía y/o astigmatismo): un espesor corneal insuficiente para realizar un tratamiento con láser, una cantidad de corrección elevada (muchas dioptrías a corregir) o un aspecto irregular de la córnea en las pruebas preoperatorias. Además de estos, existen otros como la presencia de alguna patología ocular o la elección personal del paciente.
Cualquier procedimiento quirúrgico conlleva una serie de riesgos y la cirugía ocular no es excepción. Algunos de estos riesgos son potencialmente graves y deben explicarse correctamente en el preoperatorio. Afortunadamente, las cirugías oculares y la tecnología asociada han evolucionado muchísimo en los últimos años, permitiendo que podamos proporcionar a nuestros pacientes soluciones muy eficaces y satisfactorias, minimizando las complicaciones.