Los quistes en los ovarios, una formación benigna que adopta la forma de un pequeño saco lleno de líquido dentro o sobre el ovario, pueden ser de distintos tipos, como vamos a ver a continuación. Normalmente son asintomáticos y a menudo desaparecen sin tratamiento.
En este artículo vamos a responder a la cuestión de qué tipos de quistes existen en los ovarios. Daremos un pequeño repaso a las siguientes clases de quistes ováricos: funcionales y patológicos. A su vez, repasaremos los subtipos de ambas categorías, pues se trata de una tipología amplia.
Los funcionales (foliculares o lúteos), quistes originados por ovarios poliquísticos, dermoides y quistoadenomas, señalando sus características principales. El tratamiento, lógicamente, dependerá del diagnóstico que realice el especialista, que tendrá en cuenta distintos factores, entre otros las diferentes clases de quistes en ovarios, así como las características de la paciente.
Quistes funcionales en los ovarios
Entre los tipos de quistes ováricos, el denominado funcional es el más común. Se forman como resultado del ciclo menstrual y son los más comunes, pudiendo tratarse, a su vez, quistes foliculares o lúteos. Son quistes que, por lo general, desaparecen de forma espontánea transcurridos algunas semanas.
En concreto, el quiste folicular se caracteriza por el crecimiento del folículo en lugar de romperse. Son los quistes ováricos más comunes. En otras palabras, el folículo no tiene un buen funcionamiento y acaba convirtiéndose en un quiste de ovario de tipo folicular.
Por su parte, el quiste de tipo lúteo se produce cuando se cierra la abertura por donde se liberó el óvulo, acumulándose la sangre en su interior. En caso de no producirse el embarazo, el cuerpo lúteo debería desintegrarse tras liberarse el óvulo, si bien en este caso no lo hace, pudiendo ocasionar una pequeña hemorragia interna y dolor.
Es menos común pero también en este caso suelen desaparecer sin tratamiento alguno. Asimismo, cuando la hemorragia no cesa suele ser muy doloroso y puede requerirse cirugía.
Quistes dermoides y cistoadenomas
Por último, los quistes dermoides y quistoadenomas pueden definirse como quistes patológicos, tanto benignos como cancerosos.
Los quistes dermoides, formados a partir de células que crean óvulos, son benignos, y suelen estar formados por la suma de distintos tejidos como de piel, dientes o pelo. Aunque normalmente son pequeños puede precisar cirugía.
Los quistoadenomas, sean serosos o mucinosos (según contengan un líquido más acuoso o denso, respectivamente), se desarrollan a partir de las células que recubren los ovarios y pueden desarrollarse fuera de éstos. Su tamaño puede ser grande y aun no siendo cancerosos pueden afectar de forma importante a la paciente, aconsejándose su extirpación.
También incluiremos en esta tipología a los quistes producidos por los ovarios poliquísticos, cuyo origen exacto se desconoce, si bien está relacionado con problemas hormonales y, en suma, con el síndrome de ovario poliquístico. El resultado es la producción de numerosos folículos que maduran de forma simultánea, provocándose un desequilibrio hormonal aparejado a una serie de síntomas como el hirsutismo, infertilidad, obesidad, acné y un exceso de hormonas masculinas.
Por último, tengamos en cuenta que la cirugía puede ser de utilidad para confirmar el diagnóstico de quiste ovárico que está causando síntomas. Al margen, lógicamente, de pruebas diagnósticas de imagen que se realicen previamente, como una ecografía que haga sospechar que pudiera tratarse de un quiste canceroso.
Es decir, su extracción permite descartar, por ejemplo, el cáncer de ovario, pero la reaparición de quistes no se evita con la extracción del mismo (quistectomía), si bien se preserva la fertilidad, puesto que también se conserva el ovario. Para prevenir la formación de nuevos quistes, cuando éstos son considerados preocupantes, solo es posible mediante la extirpación de ambos ovarios.
Imagen: Doc James en Wikimedia
Etiquetado en: Ginecólogo