La vigilancia del adecuado funcionamiento del aparato digestivo infantil durante los primeros años es fundamental para que el niño desarrolle sus funciones físicas y mentales de forma adecuada.
Es importante que los padres conozcan cuáles son y cómo se producen las alteraciones más comunes en el aparato digestivo infantil, tales como vómitos y regurgitaciones, diarreas, estreñimientos, cólicos y alimentación escasa o en exceso, para saber qué hacer en cada caso.
Vómito y regurgitación: Quizá el problema más frecuente, que suele desaparecer a los 6-12 meses y que se produce porque la entrada del estómago no se cierra y por eso vuelven a la boca, los alimentos mezclados con ácidos estomacales, de ahí su olor agrio. Es importante informar al pediatra la frecuencia de estos reflujos. Puede ser motivo de alarma, un vómito abundante, acompañado de somnolencia y fiebre.
Diarrea: Las heces líquidas serán motivo de consulta con el pediatra, si se acompañan de vómitos, escaso apetito, pérdida de peso, fiebre, etc. ya que puede existir una infección, que debe ser tratada, para disminuir riesgo de deshidratación. La diarrea también puede ser síntoma de enfermedad celíaca, fibrosis quística, mala absorción de azúcares y alergia a la leche
Estreñimiento: Se alivia fácilmente mediante la intervención del pediatra, pero hay que descartar que no conlleve la enfermedad de Hirschsprung o un deficiente funcionamiento del tiroides.
Cólico. Se caracteriza por dolor de abdomen, que normalmente sufren los pequeños hasta los tres meses. Se nota por movimientos constantes, ruido del intestino, etc. por exceso de gas en el vientre. Se calma con suaves toques o meciendo al niño. Hay que descartar alergia a la leche u otro alimento.
La alimentación excesiva que conlleva un aumento de peso muy rápido, con una talla normal, debe ser controlada, para evitar problemas de obesidad en el futuro.