Las vías lagrimales constituyen un sistema de drenaje para la evacuación de las lágrimas, tras ser recolectadas en los puntos lagrimales, desde donde son trasladadas por sendos canalículos, superior e inferior, convergentes en un canalículo común responsable último de su depósito en el saco lagrimal. De ahí, tras transitar por el conducto lácrimo-nasal, alcanzan las fosas nasales.
Las lágrimas son una excreción orgánica generada por la glándula lagrimal, un órgano par situado dentro de cada cavidad orbitaria destinado a proteger y lubricar el globo ocular.
La epífora o lagrimeo, patología asociada a la producción y evacuación de las lágrimas, puede obedecer a diversas causas, pero quizá prevalezca la obstrucción de vías lagrimales, congénita o adquirida. En el primer y más habitual caso, suele instalarse en el meato inferior, orificio de desembocadura del conducto. En adultos suele ser consecuencia de conjuntivitis crónicas o traumatismos, pudiéndose presentar a lo largo de todo el recorrido lagrimal; hay determinados factores anatomopatológicos como desviación del tabique nasal, hipertrofia de cornetes o sinusitis crónicas que también se describen como desencadenantes primarios de la obstrucción. La epífora puede degenerar en infecciones recurrentes en la estructura de drenaje, pudiendo dañar seriamente el globo ocular.
La resolución de una obstrucción simple de punto lagrimal consiste en una trivial intervención quirúrgica bajo anestesia local. De presentarse fibrosis del tejido de revestimiento de los canalículos, el procedimiento quirúrgico se complica, demandando una reconstrucción de toda la vía e incluso la inserción de una prótesis que supla el drenaje.
Otras patologías que pueden involucrar a las vías lagrimales, a modo de síntesis, son el desplazamiento de los puntos lagrimales y la inflamación del saco lagrimal (dacriocistitis), frecuentemente de naturaleza infecciosa y externamente visible por aparecer hiperémica un área cutánea. El tratamiento de esta última suele ser quirúrgico y conocido como dacriocistorinostomía.
¿Qué es el síndrome del ojo seco?
Entre el 10% y el 20% de la población sufre algún síntoma del ojo seco, una enfermedad que provoca que la superficie el ojo no esté protegida de forma correcta por la lágrima, bien porque no hay suficiente material o porque su calidad se ha visto afectada de alguna forma.
Los síntomas más frecuentes de esta afección, según los expertos en oftalmología son picor, irritación, sequedad, sensación de tener algún objeto o incluso secreción inusual de lágrimas. Es importante estar atento a estos síntomas para poder consultar al médico y que este haga el diagnóstico y empiece el tratamiento cuanto antes.
En casos más graves esta afección puede afectar a la visión, ya que la lágrima también tiene funciones en este sentido y mejora la calidad de la visión. Los expertos recuerdan que no siempre existe una causa para el ojo seco, aunque los usuarios de lentes de contacto pueden presentar alguna vez sus síntomas. También las personas que usan a menudo un ordenador pueden notar alguno de ellos. Lo mejor es estudiar cada caso concreto para que el experto pueda dar una solución de calidad y mejorar la situación del paciente a través de un tratamiento efectivo. Si tienes alguno de los síntomas, puedes consultar oftalmólogos en Barcelona, en Madrid, o en la localidad donde te encuentres.