Es mi médico de familia desde hace 10 años. Afortunadamente sólo he acudido en tres ocasiones, con buena impresión, pero casualmente hoy la he debido pillar en mal día (Intuyo que es más habitual de lo que pensaba, por comentarios de otros pacientes). Así que, una y no más.
Repentinamente, me dice que ella sabe hacer su trabajo y que no pregunte más, intuyo que con el ánimo de que desapareciera de allí cuanto antes por la acumulación de pacientes. Yo, que me quedo perplejo ante la situación tan extraña, y ante la indiferencia, aversión y falta de empatía por su parte, me he tenido que ir precipitadamente de la consulta sin poder comentar algunas cuestiones, además de no poder solicitar alguna receta que necesitaba. Me da un pudor terrible volver...
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