Le diagnosticó una isquemia intestinal fulminante porque, según su diagnóstico, tenía el intestino completamente necrosado, por la que nos comunicó que moriría en horas. Le suministraron un sedante y morfina para cuidados terminales y, después de 5 días en ese estado, 3 cirujanos, tras una prueba, esta vez, fidedigna e inequívoca, corroboran el error diagnóstico que había condenado a mi padre a su muerte inminente. Mi padre tiene una gastroenteritis y ahora posee importantes secuelas.
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