Fui paciente suyo durante más de 35 años. Me adiestró a convivir con mi dolencia: lo más difícil. Los encuentros con él eran citas con el amigo que te entiende desde su lucidez innata y sabiduría creciente. Después se unió mi esposa: el cáncer y sus secuelas se habían cebado en ella. ¡Cómo la quería! Gracias a él aprendimos a apoyarnos más el uno en el otro. Gracias José Luis, no nos has dejado huérfanos, contigo hemos crecido, nos has emancipado de nuestras angustias. Juan Car
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