Psicología infantil
“Lucía es una niña de 6 años de edad. Aprendió a caminar muy pronto, sus primeras palabras fueron tempranas y sus expresiones verbales pusieron de manifiesto la precocidad que mostraba en su desarrollo lingüístico.
Sin haber sido instruida en la lectoescritura se inició de forma autónoma, siendo capaz de escribir palabras y leerlas con 4 años. Además, su interés por el aprendizaje y curiosidad hacia el entorno, hacían que Lucía llamara la atención a su familia y educadores. Le encantaba aprender cosas sobre animales, siendo sus favoritos los dinosaurios.
Al conocer sus padres el diagnóstico de Lucía de ser una niña con altas capacidades, lo primero que preguntaron fue: ¿y ahora qué?”
Recordemos que los niños de altas capacidades son aquellos cuyas capacidades intelectuales son superiores a las normales o a las esperadas para su edad. Las altas capacidades son la conjunción de tres factores: ser creativos, poseer una alta capacidad y mostrar una fuerte motivación hacia las tareas que emprende.
Para poder brindarles las oportunidades educativas, sociales y emocionales que requieren para su completo desarrollo es fundamental realizar un diagnóstico, cuyo fin sea la intención de intervenir. Es fundamental tener clara la idea de que los niños de altas capacidades presentan necesidades educativas derivadas de sus altas capacidades. Partiendo del concepto de que los alumnos con altas capacidades no son un grupo homogéneo, sino que por el contrario son tan diferentes entre si como el resto de sus compañeros. Es importante dos cualidades que sí tienen en común: su aprendizaje es más rápido y tienen mayor profundidad y extensión en el aprendizaje. Supongamos la clase de Lucía de 3º de Educación Infantil (5-6 años), comienzan a aprender a leer todas sus compañeros. Lucía es algo que ya domina a la perfección, ¿es necesaria una intervención educativa especial en Lucía o por el contrario dejamos que se equipare con sus compañeros a pesar de que ella está demandando seguir aprendiendo?
Dentro de la intervención educativa orientada a las altas capacidades existen diferentes alternativas. Por cuál optar dependerá no sólo de la opinión y deseo de la familia y del niño (características personales, emocionales y de las altas capacidades que presente), sino también del centro educativo. Puede intervenirse a través de la aceleración o flexibilización de cursos (opción que debe ser estudiada con mucho detalle sobre todo por el desarrollo social y emocional del niño), ampliación o enriquecimiento curricular, agrupamiento de niños de altas capacidades y otras alternativas como programas de enriquecimiento extracurricular, como el Programa Despierta. El Ministerio de Educación ofrece una beca para alumnos con necesidades específicas derivadas de las altas capacidades intelectuales para la asistencia a programas específicos.
Por tanto, el objetivo que se debe seguir en la educación no se trata de hacer adultos excepcionales sino niños felices que tengan cubiertas todas sus necesidades.
Nuria Llopis Balbastre
Psicóloga general sanitaria: CV13530.
23 de noviembre de 2015 Comentar
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