Anabella Lara Redondo preguntó sobre
Nutrición y Dietética
Cada año mis sensaciones de amor-odio a tu llegada despiertan en mí una mezcla de emociones. A veces predomina el amor y sus emociones de felicidad, entusiasmo y alegría. Pero en ocasiones, el odio se impone, sacando a la luz mi ira, mi ansiedad, mis miedos… Pero este año me entrenaré para tu llegada, y a pesar de que cada año regresas antes, este año no dejaré ganar al odio, será el amor el que invada el mes de diciembre.
Me acompañarás en todos mis eventos familiares, de trabajo, de amigos… aumentando la presencia de comilonas y toda clase de alimentos superfluos con sabores inigualables. Y tratarás de recordarme los placeres celestiales que dichos productos provocan en mi paladar… pero este año no sucumbiré a todas tus tentaciones.
Porque este año estoy preparada para tu llegada y tengo claro cómo dividir mis satisfacciones en estos días para no caer en la gula más profunda. Me centraré en disfrutar de la compañía, la cual me gustaría ver más a menudo y en estos días tengo el privilegio de poder tener cerquita. A la vez, podré degustar la amplia variedad de manjares sobre la mesa que me gritan “cómeme, cómeme”. Pero los tomaré con tranquilidad y saboreando cada bocado. Y cuando te acerques a mi oído para susurrarme: “no pares de comer, son fechas especiales”, mi estómago mandará una señal perfecta de saciedad a la que sabré hacerle caso. Me sentiré triunfadora al darme cuenta de cómo evito la pesadez de estómago además del cargo de conciencia posterior a la comida. ¡Ahora puedo parar antes!
Vendrás cargadita de cantidades industriales de alcohol, con sus cantidades industriales de calorías vacías, que ni sacian, ni nutren, ni ayudan a mantener cierta compostura (sobre todo ante los compis de trabajo)… Aun así este año, probablemente pruebe alguna de esas espirituosas sustancias, alternándolas con agua. Y quizás me desinhiba, pero más bien por la euforia del momento, no por los grados de alcohol aumentando en mi cuerpo.
Cada día que pase tras una comilona, serás tú, compañera del alma, quien me acompañará calzando zapatillas de deporte, a mantener la rutina de vida activa que tantos meses me ha costado hacer mía. No abandonaré este mes, porque si puedo sacar tiempo para las compras y colas de tiendas… puedo sacar algún hueco para menear el culo. No me pongas excusas Navidad, tú también te vendrás conmigo.
Para los pocos días “normales” que nos queden juntas este mes, dejaremos un sinfín de recetas a base de verduritas y mucha fruta. Le tenemos que dar el protagonismo que no van a tener el resto de días, cocinadas con gracia, pues me he dado cuenta que la comida saludable es de todo menos insípida, pero tenemos que meternos en la cocina.
Te aviso que esa bandeja que siempre traes repletita de mantecados, polvorones, turrones y demás productos en los que hasta el envoltorio parece estar azucarado, no va a ser mi postre de cada almuerzo y cada cena. Y no me digas que por uno que tome no hará daño. Porque ya sé cómo funciona esto. Si cada año vienes antes y todos los días pico algo, cuando me doy cuenta, llega el día de Reyes y estoy rellenita rellenita de azúcar. Y cuando quiera volver a la rutina, todo se complicará más, pues mi cuerpo recordará ese “chute azucarado” y se revelará contra mí, aumentando la ansiedad y creando una necesidad que antes no tenía. Así que este año, cuanto menos varíe mi rutina mejor.
Como ves amiga Navidad, las cosas este año van a cambiar y he querido que seas la primera en saberlo. No te lo tomes mal. Voy a planificar mis días de excesos y los combinaré con muchos días saludables y mucho deporte, con productos de mercado y de temporada. Me hidrataré sobre todo con agua y no comeré a lo loco. A tu llegada, prefiero disfrutar de toda la magia que traes y de la gente que me rodea, manejando mi alimentación como el resto del año. No voy a sentir que pierdo el control.
Aquí te espero, con ganas de demostrarme que puedo superar este reto.
Un abrazo. Nos vemos pronto Navidad.
21 de diciembre de 2015 Comentar