El miedo y la fobia

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Psicología

El miedo: el miedo es una sensación que alerta de la proximidad de un peligro. Sentir miedo al asomarnos ante un precipicio, al comprobar que nos hemos desorientado en el interior de un bosque, etc., son situaciones habituales en que sentimos miedo. El miedo nos avisa de que hemos de estar alerta, porque de no hacerlo, nuestra seguridad puede verse en peligro.

La fobia: la fobia, en cambio, es el nombre recibe el miedo cuando es irracional, aparentemente incomprensible. El miedo a pasear por un lugar tranquilo y concurrido, a visitar unos almacenes comerciales, son entre otros, miedos inexplicables. Pero estos miedos irracionales, las fobias, provocan el mismo pavor que lo hace el miedo ante situaciones verdaderamente peligrosas. La fobia consigue lo mismo que el miedo: evitar algo que se considera peligroso. De este modo, la persona que ha contraido una fobia procura evitar aquellas situaciones cotidianas que por algún motivo han empezado a producirle miedo, limitando con ello su propia libertad.

Características de las fobias: A diferencia del miedo racional, la fobia tiene la capacidad del contagio. Es decir, mientras no se resuelve la fobia, se pueder ir extendiendo de manera inexplicable a otras situaciones en las que hasta entonces la persona siempre se había sentido segura. Por ejemplo, una fobia a viajar en tren que perdura, puede terminar convertida en una fobia a viajar en cualquier transporte público, o sencillamente a viajar. Otra característica de la fobia es su facilidad de desplazamiento, lo que comprobamos habitualmente en los niños pequeños. A una determinada edad, sin que el niño haya tenido ninguna experiencia negativa previa, adopta por ejemplo una conducta de miedo ante los perros. Posteriormente ese miedo general que el niño tenía a todos los perros se limita a un tipo determinado de perros y permanece tranquilo ante la presencia de aquellos que no comparten esa característica. Más adelante ese miedo a los perros puede desaparecer por completo pero surgir el miedo a dormir con la luz apagada o que a su madre le ocurra algún accidente. En definitiva, el miedo ha ido cambiando de forma en el niño pero siempre ha estado presente.

¿Qué origina la fobia?

La fobia como consecuencia de un ataque de angustia: Un ataque de angustia es una reacción violenta de tensión que experimenta el cuerpo y la mente sin que haya nada aparente que la provoque. En cuestión de segundos, la persona siente como su corazón se acelera, le falta aire para respirar, el pecho se comprime, se marea. Ante ese conjunto de signos no le cabe otra explicación que pensar que está sufriendo un ataque cardiaco y que morirá. En realidad un ataque de angustia es un fenómeno psicológico, que ocurre independientemente de lo sano que pueda estar el corazón y el organismo en general. Una vez la persona ha conseguido tranquilizarse, los ritmos circulatorio y respiratorio vuelven a la normalidad. No obstante, a partir de entonces la persona suele vivir con el miedo de que le vuelva a suceder, y perpleja al ver cómo la angustia se instala en su vida y condiciona sus movimientos. Busca una respuesta y relaciona la situación o el lugar en el que se encontraba cuando sufrió el ataque de angustia y el hecho mismo de haberlo padecido, por lo que evitará aquellas situaciones o lugares en los que cree que le puede volver a ocurrir, originando por tanto una fobia a ellos.

La fobia como consecuencia de una experiencia traumática: También puede desarrollarse una fobia tras haber sufrido una experiencia traumática, como un accidente de circulación, una agresión física, etc. El temor a revivir esa experiencia traumática obliga a la persona a evitar situaciones en las que pudiera repetirse. Por ejemplo, si alguien ha sufrido un accidente grave de circulación, posteriormente podrá terner miedo a viajar en coche.

La fobia como resultado de miedos infantiles: Es habitual durante la infancia tener fobias de diversos tipos: a animales domésticos, a seres fantásticos, etc. Conforme el niño va creciendo estas fobias pueden desaparecer o transformase en otras más acorde a su edad. A veces estas fobias infantiles pueden perdurar mucho tiempo y alcanzar la edad adulta, o bien permanecer durante años en estado latente y posteriormente reaparecer tras algún acontecimiento significante.

En cualquier caso la fobia supone un obstáculo para realizar las tareas cotidianas con normalidad. Sufrir algún tipo de fobia suele acarrear la pérdida de la confianza en las propias capacidades personales. Cuando aparece una fobia el remedio más eficaz es tratarla lo más pronto posible para evitar que el miedo acabe adueñándose de uno mismo.

Autor: Dr. Pau Martínez Farrero.

www.paumartinez.cat

22 de octubre de 2016   Comentar

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