"Cuando un diente se pierde a edad temprana, debemos comprender que el menor pierde la posibilidad de desarrollar correctamente funciones principales en el ser humano como son, la masticación, la deglución, la fonación y la estética, entre otras."
Paloma Nieves Planells del Pozo es Médico Estomatólogo especializada en Odontología Conservadora, Odontopediatría y Ortodoncia. Es Profesora Titular y Directora del Título propio “Diploma de Especialización en Atención Odontológica Integrada en el niño con Necesidades Especiales”en la UCM. Coeditora de varios libros e investigadora en diversos proyectos. Fundadora de la Clínica Maxilofacial & Odontopediatría Salmerón y Planells.
Desde que comencé mis estudios en la carrera de medicina, sentí una especial afinidad por la etapa infantil. Posteriormente, al finalizar mi especialidad médica en Estomatología, no lo dudé, y comencé mi especialización en odontopediatría.
Desde entonces, tanto mi faceta clínica como la docencia que llevo a cabo en la Facultad de odontología de la Universidad Complutense de Madrid, se ha centrado en la etapa pediátrica.
La totalidad de los dientes de leche se forma durante el embarazo, e incluso, parte del primer molar permanente (que erupcionará en el sexto año de vida).
Esto es especialmente importante, ya que sabemos que el órgano dentarío, es incapaz de remodelarse con el tiempo, por lo cual, el diente de leche o diente temporal, puede tener problemas de formación si faltan algunos de los principales elementos necesarios para su remodelación como pueden ser los minerales de calcio, fósforo e incluso problemas de la madre durante el embarazo, así como el nacimiento prematuro entre otros.
Los odontopediatras siempre decimos que lo ideal es que pensemos en los dientes del niño incluso antes de que el niño tenga dientes.
Como hemos referido anteriormente, los dientes se forman durante el embarazo, y así, los cuidados de la madre son esenciales para prevenir alteraciones en la formación dentaría durante la gestación.
Desde que el niño nace, lo ideal es pasar una gasa ligeramente humedecida por sus encías tras cada toma (aunque aún no tenga dientes). En el momento en que observamos la erupción de los primeros dientes (sobre los 6 meses), Pasaremos un bastón de los oídos, dedal de silicona, gasa o cepillo adecuado para esta edad, tras cada comida, de esta forma, motivamos al bebé desde edades tempranas para que acepte la higiene oral como lo hace con el baño, la higiene capilar...
Está científicamente comprobado cómo la saliva de la boca del bebé tras el nacimiento, no contiene bacterias que produzcan patologías como la gingivitis o la caries. Sin embargo, se comprueba como el paso del tiempo va generando la aportación de este tipo de bacterias en el área oral del bebé, llegándose a encontrar las mismas cepas que tienen las personas cercanas al niño, fundamentalmente la madre y los encargados más cercanamente de su cuidado.
Por esta razón, se deben evitar las costumbres antes citadas. Debemos ser conscientes de que la caries es la enfermedad más frecuente en el individuo y, a día de hoy es algo absolutamente prevenible prestando los medios necesarios y sobre todo comenzando a edades muy precoces.
El problema de las caídas en los más pequeños es una cuestión muy frecuente cuando comienza a dar sus primeros pasos, la coordinación motora tarda en producirse, y con ello la posible lesión en el área oral y los dientes.
Cuando un diente se pierde a edad temprana, debemos comprender que el menor pierde la posibilidad de desarrollar correctamente funciones principales en el ser humano como son, la masticación, la deglución, la fonación y la estética, entre otras.
Los dientes de leche del sector anterior de la boca (los más frecuentes en perderse tras las caídas), salen sobre los 6-7 meses y los permanentes entre los 6-7 años. Ello nos hace pensar que el niño puede llegar a pasar sin esos dientes muchos años, por ello, siempre que se pueda, se deben de reponer.
El odontopediatra valorará cada caso, en la búsqueda de soluciones individualizadas para cada niño y edad en que se produjo la pérdida dentaría.
Si existe la alta dificultad de diagnóstico y tratamiento en odontología, sin duda, se centra en el niño con discapacidad o necesidades especiales.
No existen dos tratamientos iguales. Es imprescindible tener unos profundos conocimientos de biología, crecimiento y desarrollo, patología pediátrica.. siempre teniendo en cuenta además, las circunstancias sociales y familiares de cada paciente.
Para nosotros, resulta imprescindible contar con los especialistas pediátricos y médicos que se encargan de tratar a estos niños. Igualmente, los educadores del centro donde acude rutinariamente el niño durante su escolarización, nos proporcionan ayuda y bases para realizar una acertada motivación del paciente en el gabinete dental, facilitando con ello la realización de protocolos de tratamiento oral en estos niños.