María Pilar Gallego Laborda

Como eran las 3 de la mañana, no había nadie en urgencias y pasamos a consulta en el rato en que tardaron en despertar a la médica, muy poco. El problema no es que viniera medio dormida, y sí, quizás, que no tenga buen despertar. Mi hijo de 2 años tenía 39 de fiebre y entiendo que una médica de familia no se reduce a decir ¿qué pasa? ¿oídos? no veo inflamación. Dadle dalsy o apiretal. Punto. parecía que nos estaba perdonando la vida por atenderlo. Ni saludó, ni sonrió, ni mostró nada de empatía.

Pero lo peor es que a pesar de hablarle de la bronquiolitis ni siquiera le midió la temperatura ni nada más que los oídos, y solo lo auscultó porque se lo pedí yo, alucinada de que no saliera de ella, que ya había dado la consulta por terminada. Decepcionada con el trato y con la falta de protocolo que siguió. Pondré una queja en el lugar correspondiente. Trabajar con personas (y más con niños) conlleva otro tipo de trato. Una sonrisa y ganas de que el otro se sienta cómodo nunca está de más.

No la considero una buena profesional

Estuve en su consulta en el ambulatorio de Carballo, y se negó a incluir la medicación de mi madre (90 años), recetada por un cardiologo, en la tarjeta sanitaria, pues habia terminado la anualidad de dicha medicación. Alegando que quien tenía que valorar dicha medicación era ella y si era necesario lo que estaba tomando.