La atrofia vaginal o vaginitis atrófica es un problema de salud que, como su propio nombre indica, afecta a la vagina, especialmente en la fase menopaúsica y posmenopáusica. Sin embargo, no siempre es así, y puede sufrirse en edades más tempranas.
Entre los problemas de salud vaginal, la pérdida del equilibrio de la superficie de la mucosa vaginal o biofilm puede ocasionar sequedad vaginal o atrofia vaginal. Por lo tanto, diferenciar una de otra es clave.
En la menopausia, junto con los sofocos, una de cada dos mujeres sufre sequedad vaginal, ambos síntomas frecuentes en esta etapa, si bien cuando además de secarse el revestimiento de la vagina se afina, entonces podríamos estar hablando de una atrofia vaginal.
El adelgazamiento del revestimiento vaginal cuando los niveles hormonales disminuyen después de la menopausia nos situaría frente a este problema. Un adelgazamiento y sequedad que puede cursar también con inflamación de las paredes vaginales.
Causas y síntomas de la atrofia vaginal
Algunos de los síntomas de la atrofia vaginal pueden coincidir con los de la sequedad vaginal, incluyendo desde sensación de malestar en el área, así como de irritación e incomodidad sobre todo durante las relaciones sexuales. Asimismo, puede sufrirse dificultades urinarias, un sangrado anormal o conducir a complicaciones u otros problemas como fisuras, lesiones, infecciones, menor deseo sexual y problemas para alcanzar el orgasmo.
En concreto, con la atrofia vaginal la mucosa se vuelve más pálida, delgada, seca y sensible y suele aparecer años después de iniciarse la menopausia, haciendo que las mujeres sientan una especie de "lija" en la vagina, dolor durante el coito y problemas urinarios. Sin poderse determinar un momento orientativo, pudiendo variar de una mujer a otra.
El diagnóstico debe descartar una simple sequedad vaginal y, por lo tanto, también identificar las causas, normalmente relacionadas con déficit de estrógenos a consecuencia de la menopausia, tras una quimioterapia o, por ejemplo, tras la extirpación quirúrgica de ambos ovarios, además de otros problemas de salud que impliquen desajustes hormonales. De este modo será más fácil aconsejar medidas de prevención o tratamiento, así como consejos para evitar recidivas.
¿Cómo tratar la atrofia vaginal?
Unos niveles de estrógeno reducidos no tienen por qué suponer padecer una serie de cambios indeseables en el cuerpo, entre ellos la atrofia vaginal y otros problemas asociados, entre ellos a nivel urinario.
La terapia hormonal, sobre todo con estrógenos, por lo general aplicados de forma local a través de cremas, anillos o pastillas vaginales pueden ser eficaces para tratar los síntomas de la atrofia vaginal.
Sin embargo, para algunas pacientes las hormonas están contraindicadas o simplemente pueden querer optar por otra posibilidad, en cuyo caso podría valorarse un tratamiento con láser en varias sesiones, generalmente, pudiendo necesitar un tratamiento de mantenimiento.
Sin llegar a tratar la falta de estrógeno, por otro lado, también pueden ayudar a tratarla las cremas hidratantes vaginales. Tanto en unos como en otros casos, así como en cuanto al mantenimiento de una vida saludable, como se apunta en el último párrafo, es importante la constancia.
En efecto, mantener una buena salud vaginal tras el diagnóstico implica que el tratamiento sea eficaz no solo a corto plazo sino continuándolo a largo plazo. Por lo general, es necesario seguir el tratamiento de forma regular a lo largo del tiempo si se desea mantener la buena salud vaginal, ya que de lo contrario detenerlo supondría la reaparición de los síntomas.
Igualmente, los hábitos de vida saludables ayudan, entre otros, una actividad sexual regular para mantener saludables los tejidos vaginales o dejar de fumar, puesto que el tabaco reduce los efectos de los estrógenos naturales en el cuerpo.
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