"Las parejas capaces de gestionar constructivamente sus conflictos crecen juntas y viven una vida más plena que las parejas que están en guerra luchando por tener la razón y el poder sobre el otro".
Georgina Burgos Gil es psicóloga, sexóloga, terapeuta de pareja y escritora. Graduada en Psicología por la Universitat Oberta de Catalunya, Licenciada en Ciencias BIológicas por la Universitat de Barcelona y Licenciada en Filosofía Ciencias de la Educación, también por la Universitat de Barcelona.
Cuenta con amplia experiencia en el tratamiento de dificultades y trastornos sexuales, problemas de pareja, terapia de adultos es diferentes problemas y trastornos, acompañamiento para abandonar el tabaquismo, y orientación familiar.
¿Cómo decidiste dedicarte a la psicología?
Me apasiona el ser humano, el sentido de la vida, quienes somos, qué hacemos con nuestros deseos y conflictos, cómo manejamos nuestros sentimientos, cómo nos relacionamos… y la psicología es una ciencia que te aproxima a todo ello, no sólo desde la perspectiva del conocimiento sino también aportando recursos y soluciones a los problemas cotidianos - y no tan cotidianos - y al malestar que generan.
Me interesa la visión holística e integrativa del ser humano, así que inicié mi formación en la biología, después en la filosofía para terminar en la sexología y la psicología en mi viaje personal y profesional por el descubrimiento de nuestra propia naturaleza.
¿Cuál es la mayor satisfacción que te aporta tu trabajo?
Aprender de mis clientes, de su modo de ver la vida, de la gestión que hacen de sus problemas y de sus emociones, y sobre todo, de los recursos que aplican para resolver las dificultades de su vida. La relación terapéutica es enormemente enriquecedora para el terapeuta. Acompañar a una persona en su evolución es un privilegio.
Una de tus especialidades es la terapia de pareja. ¿Cuál son los problemas más frecuentes a los que se enfrenta la pareja? ¿Cuál es más complicado de tratar?
Los problemas más frecuentes son los conflictos cotidianos, propios de la convivencia, que se agravan por las dificultades en la comunicación y las expectativas frustradas. A pesar de que son comunes - pues no hay pareja sin conflictos, ya que estos son inherentes a la naturaleza humana y las relaciones interpersonales -, el problema está en la gestión. Las parejas capaces de gestionar constructivamente sus conflictos crecen juntas y viven una vida más plena que las parejas que están en guerra luchando por tener la razón y el poder sobre el otro. Los conflictos más cotidianos y habituales pueden llevar a un deterioro de la relación, al resentimiento y finalmente al desamor.
Los problemas más complicados son los relacionados con los celos, la infidelidad y la dependencia emocional. Todos ellos son complejos de tratar. Los dos primeros por la gran carga emocional y sufrimiento que conllevan; el tercero, por la dificultad que entraña ser dependiente de otra persona y no vivir la vida con plenitud. En este caso es complejo alcanzar el nivel de confianza suficiente para emprender el vuelo de la autonomía y el autogobierno y que la pareja, a su vez, lo acepte.
También eres especialista en terapia sexual, ¿cómo afecta la sexualidad a la relación en la pareja?
La sexualidad es una fuente de satisfacción personal y en la relación de pareja. Es un modo de comunicarse y de unirse. Sin embargo, cuando surgen conflictos y dificultades, más comunes de lo que puede parecer a priori, se puede entrar en una espiral creciente de insatisfacción indeseable. Cada persona tiene sus preferencias, su ritmo, su modo de comprender y percibir el erotismo, y en suma su peculiar modo de vivirse sexuado, lo que hace del encuentro erótico, afectivo y sexual un arte que requiere comprensión, habilidades, apertura mental, juego, descubrimiento… e incluso la aceptación de que nuestro cuerpo no es una máquina que obedece fielmente a los estándares sociales establecidos para medir la normalidad.
Cuando en una pareja la sexualidad se percibe como un hecho satisfactorio y gratificante, la pareja tiende a percibir que su relación funciona. Por el contrario, cuando aparecen problemas sexuales, tiende a pensar que el problema sexual es el síntoma de que algo más va mal en su relación. A veces es así, pero no es infrecuente que las dificultades sexuales se den también en parejas con una excelente relación.
En general, una sexualidad satisfactoria contribuye a construir una relación de pareja plena, mientras que una sexualidad insatisfactoria es fuente de problemas y puede causar distanciamiento, desconfianza, el deterioro de la intimidad, resentimiento e, incluso, la ruptura de la relación.
¿Qué recomendación les darías a los pacientes que sufren de algún problema y aun así no acuden a la consulta del psicólogo?
Cuando una persona tiene un problema intentará resolverlo con sus recursos. Esta es la primera recomendación. Sin embargo, hay veces en que no logramos resolverlos y ello nos genera malestar, inquietud, preocupación, sufrimiento y un empeoramiento de la situación. Por tanto, la segunda recomendación es no dejar que el problema crezca. Es posible, incluso, que la solución que estemos tratando de aplicar con la mejor de las intenciones agrave el problema.
Consultar con un psicólogo es una decisión difícil y por eso muchas personas llegan a la consulta cuando ya llevan años sufriendo, lo que tiene efectos colaterales tanto para la persona como para la pareja, la familia e incluso en el ámbito laboral. Por eso, la tercera recomendación es la de consultar a un profesional pronto, porque el paso del tiempo -sin los resultados deseados- mina la motivación y la esperanza, deteriora la autoestima y las relaciones.
Finalmente, me gustaría transmitir la idea de que un problema se resuelve con mayor facilidad en sus inicios, y que siempre hay una primera vez para todo.