La psicóloga Laura Arévalo ha desarrollado una amplia experiencia en terapia, docencia, investigación y formación, con un enfoque en la psicología con perspectiva de género. Actualmente coordina terapeutas en ÍTACO Psicología, supervisando sesiones clínicas y promoviendo los proyectos del centro. Responde en esta entrevistas a preguntas frecuentes sobre depresión.
Las señales principales que pueden percibir aquellas personas que pueden tener una problemática de depresión incluyen cambios en el estado de ánimo, como tristeza persistente, pérdida de interés en actividades previamente disfrutadas, cambios en el apetito y el sueño, fatiga, sentimientos de inutilidad o culpa excesiva, dificultades para concentrarse y pensamientos de muerte o suicidio.
El factor diferenciador principal entre la tristeza ocasional y la depresión es la persistencia y la intensidad de la problemática. Mientras que la tristeza ocasional es transitoria y se resuelve con el tiempo (ej. malestar y tristeza asociada a una discusión con una amistad), la depresión implica una duración prolongada de los síntomas y afecta significativamente la vida diaria (ej. tener sensaciones de tristeza y apatía durante meses que impida que la persona haga actividades de ocio).
Los procesos que contribuyen al desarrollo de problemáticas psicológicas como la depresión son multifactoriales y pueden incluir factores orgánicos, sociales, ambientales… Aún así, una experiencia que suelen tener en común estas diferentes problemáticas de depresión son:
La terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser beneficiosa al ayudar a los individuos a identificar aquellos cambios que han ocurrido en su vida, es decir, ese aumento de estimulación desagradable y la desaparición de fuentes de estimulación agradable. A partir de esta identificación se trabajaría para volver a aumentar las experiencias agradables y disminuir las desagradables. Todo ello se podría llevar a cabo a partir del trabajo de instauración de una rutina agradable (a partir de activación conductual), pautas para resolver ciertos problemas del día a día (a partir de técnicas como comunicación asertiva o toma de decisiones) o trabajo psicológico sobre los pensamientos (a partir de la técnica de reestructuración cognitiva), entre otros objetivos y técnicas.
Respecto a este último punto, las creencias y pensamientos desfavorables pueden tener un impacto significativo en la depresión, perpetuando la problemática y dificultando la recuperación. Las personas con depresión tienden a tener pensamientos automáticos negativos sobre sí mismos, el mundo y el futuro, lo que favorece su estado de ánimo deprimido.
La duración del tratamiento para la depresión puede variar según la intensidad, frecuencia y duración de la problemática, así como la implicación y respuesta en el proceso psicológico. En general, la terapia cognitivo-conductual suele ser más corta que otros procesos terapéuticos al contar con sesiones semanales y favorecer una actitud activa por parte de la persona que acude a consulta.