"Dependiendo de cada niño con TEA, Trastorno del Espectro Autista, y de la gravedad de cada cuadro clínico las implicaciones del confinamiento pueden ser diferentes. En aquellos cuadros más graves, con mayores dificultades de adaptación a los cambios de rutina y de comprensión del entorno, con dificultades cognitivas y de comunicación, las reacciones pueden ser más extremas."
Silvia Cámara Barrio es doctora en psicología y psicóloga clínica, especialista en neuropsicología infantil. Licenciada en Psicología y Doctora por la Universidad de Salamanca. Cuenta con un Máster en Neuropsicología Clínica por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Actualmente ejerce como psicóloga clínica y neuropsicóloga en la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Universitario Niño Jesús.
El diagnóstico de TEA se caracteriza por dificultades en la comunicación verbal y social, rigidez en los patrones conductuales y de pensamiento, intereses restringidos, presencia de rituales, y/o hipersensibilidad ante ciertos estímulos. Dependiendo de cada caso pueden predominar más unos síntomas u otros.
Ante la situación de confinamiento, esta sintomatología puede verse agravada. El aislamiento social al que nos vemos sometidos, incrementa la falta de interés social de los niños. Los rituales o conductas repetitivas pueden aumentar en frecuencia y aparecer en más momentos que habitualmente.
Dependiendo de cada persona, pueden aparecer reacciones como irritabilidad y agresividad que son más difícilmente tolerables, o cuyo manejo en el entorno familiar puede ser complicado.
Algunas de las recomendaciones que pueden seguir son las siguientes:
En la medida de lo posible se recomienda respetar el confinamiento, por protección en primer lugar, hacia ellos mismos.
En los casos donde no sea posible intentar reducir al mínimo la exposición al exterior y realizar un paseo que permita respirar aire fresco, gastar energía física, liberar endorfinas y volver a casa con energía renovada.
Los padres son los que mejor conocen a sus hijos y los máximos interesados en preservar su salud. Por tanto, seguro que van a ser capaces de determinan cuánto tiempo de salida necesita su hijo en ese momento.
Dependiendo de cada niño y de la gravedad de cada cuadro clínico las implicaciones del confinamiento pueden ser diferentes. En aquellos cuadros más graves, con mayores dificultades de adaptación a los cambios de rutina y de comprensión del entorno, con dificultades cognitivas y de comunicación, las reacciones pueden ser más extremas. Puede aparecer mayor irritabilidad, agresividad, incremento de rituales o conductas repetitivas, nerviosismo, alteraciones en el sueño o la alimentación, siendo más dificultoso su manejo. Debido a las características clínicas en estos niños, la compresión de la situación se hace muy difícil, por lo que se encuentran en una situación nueva, repentina, de la que no son capaces de entender apropiadamente lo que está ocurriendo.
En aquellos casos en los que no aparecen normalmente alteraciones conductuales y el TEA no cursa con dificultades cognitivas la adaptación va a ser más sencilla a la situación.
En los cuadros leves, donde el nivel de adaptación se puede asemejar a la de cualquier otro niño, la manifestación de malestar o la adaptación a las nuevas rutinas va a ser más llevadero.
Si el confinamiento y el coronavirus se convierte en uno de los intereses del pequeño, la obsesión por el tema puede llegar a generar gran miedo, conductas de limpieza repetitivas, hablar constantemente sobre el tema, búsqueda de información excesiva o reaseguraciones constantes con los adultos.
Dependiente de la gravedad de la sintomatología y de las características individuales más predominantes en cada niño así se manifestará el efecto sobre cada uno.
La incertidumbre propia de la situación y la preocupación por los menores en la casa con diagnóstico de TEA incrementa en los padres sentimientos de preocupación, miedo, desbordamiento, ansiedad o tristeza. Algunos de los puntos que recomendamos básicos en padres de niños con TEA: