Laia Montero es psicóloga graduada por la Universidad Ramon Llull. Además es Máster Universitario en Psicología Jurídica y en Psicología General Sanitaria por la Universidad Internacional de Valencia
Las emociones son respuestas o reacciones de nuestro cuerpo ante cambios o estímulos que aparecen en nuestro entorno o en nosotros mismos. Las emociones tienen diferentes componentes: fisiológicos (reacciones físicas), psicológicos (intrínseco), expresión no verbal y significado social (cultura).
Todas las emociones tienen una función y, por eso, es importante no invalidar ninguna. Según la sensación que nos producen hablaremos de emociones agradables o desagradables. Y, según la conducta que desempeñemos, hablaremos de adaptativas o desadaptativas.
Las emociones son importantes para nuestra vida diaria ya que van muy relacionadas con nuestra conducta y nuestros pensamientos. En función de cómo nos sentimos, pensamos y actuamos de una forma determinada y, a la vez, esto influenciará a como nos sentiremos posteriormente.
Para mejorar nuestra inteligencia emocional es importante identificar que estoy sintiendo y que está causando esta emoción. Cuando somos capaces de identificar nuestras emociones nos será más fácil regularlas. Hablamos de regulación emocional a la conciencia, la comprensión y la aceptación de las emociones, así como a la capacidad de inhibir impulsos de las emociones más intensas, modular la intensidad y duración de la respuesta emocional y a la apertura para experimentar emociones desagradables.
Para regular la respuesta psicológica de las emociones podemos realizar actividades como el mindfulness, cambiar nuestras creencias o crear un diálogo constructivo. Para regular la respuesta fisiológica podemos realizar respiraciones conscientes y relajación muscular. Y, por último, para regular la respuesta conductual podemos implementar hábitos saludables, comunicarnos de manera asertiva o realizar actividades físicas.
Cuando mejoramos nuestra inteligencia emocional mejora nuestra autoestima y mejora nuestras relaciones interpersonales.
La teoría del apego fue desarrollada por el psicólogo británico John Bowlby, en los años (1969-1980), quien sostuvo que los seres humanos tienen una tendencia innata a buscar la proximidad y el contacto con sus figuras de apego, especialmente en momentos de angustia o peligro.
Podemos definir el apego como el vínculo emocional profundo, que se forma entre una persona y sus figuras de apego primarias, en la infancia generalmente son los padres o cuidadores principales. Los estilos de apego se relacionan directamente con el desarrollo emocional, las relaciones interpersonales y la salud mental a lo largo de la vida.
Podemos diferenciar diferentes estilos de apego:
Las distorsiones cognitivas son maneras erróneas que tenemos de procesar la información. Es decir, analizamos la información de nuestro alrededor de manera errónea generando consecuencias negativas como el malestar emocional y problemas psicológicos.
Algunas de las distorsiones cognitivas más comunes son: la abstracción selectiva o filtraje, la sobregeneralización, la personalización, las afirmaciones de “debería” o “tengo que”, el pensamiento polarizado o dicotómico, el razonamiento emocional, la maximización y la minimización, entre otras.
Para mejorar las distorsiones cognitivas y disminuir así el malestar emocional, debemos tomar conciencia de que estilos de pensamientos generalmente poseo. Una manera efectiva para empezar a establecer cambios cognitivos es cuestionar nuestros propios pensamientos. Cuestionarnos nos permite identificar de forma inicial estos patrones de pensamientos para así posteriormente modificarlos con la reestructuración cognitiva. La reestructuración cognitiva es una técnica que nos permite no solo identificar, sino modificar estos pensamientos. Esta técnica consiste en plasmar mis estilos de pensamiento erróneos y transformarlos en pensamientos más adaptativos.
Como se ha comentado anteriormente, para entender la influencia de las emociones en nuestros pensamientos y nuestra conducta podemos hacer referencia al triangulo cognitivo. Cuando modulamos y regulamos la intensidad de nuestras emociones podemos ser capaces de reestructurar nuestros pensamientos. De este modo nuestra conducta también se verá influenciada.
Tanto las emociones, como los pensamientos y la conducta influyen de manera directa en mi bienestar. Trabajar en el empoderamiento personal poniendo el foco en el locus de control interno me permite mejorar la autoestima y el autoconcepto lo cual influenciará de manera positiva en mi salud mental.
Para establecer cambios a largo plazo es importante trabajar en el autoconocimiento. Conocernos nos permite identificar aquellos disparadores que harán que tanto lo que sienta como lo que piense sea desagradable. Además, entender de dónde partimos nos ayuda a enfocarnos a donde queremos llegar.