"La medicación resulta muy útil para calmar los síntomas al principio, lo que permite trabajar los problemas de forma más eficaz. Sin embargo, en el largo plazo su empleo no puede ni debe ser la opción principal, en la medida que aparece tolerancia y no induce cambios permanentes a nivel psicológico."
Miguel Ponce es psiquiatra, con más de 20 años de experiencia nacional e internacional, en la atención de adultos, jóvenes y niños. Con máster en intervención en psicoterapias, psicoterapia integradora y psicoterapia psicoanalítica clínica.
Está especilizado en el tratamiento de la depresión ansiedad, psicosis y trastornos obsesivos, mediante psicoterapia con orientación psicoanalítica, asociado al uso de psicofármacos.
Desde muy pronto resultaba necesario responder a preguntas de difícil solución que en esencia son quiénes somos, de donde venimos y a donde vamos. Al profundizar, descubres que las claves principales son la existencia de Dios, la finalidad de la muerte, la función de los sentimientos o el rol que cumplen la personalidad y la conducta en el tránsito a lo largo de la existencia. De modo que aunque la filosofía fue el punto de partida, la carrera de medicina dejó claro que la psiquiatría y el psicoanálisis permitían avanzar en ésta dirección.
En la última década, el gran desarrollo de la neurobiología ha tomado el relevo, aportando una nueva perspectiva al enfoque inicial, al erigirse en el último paradigma. Sin embargo y, a pesar de los enormes avances a los que hemos asistido en las últimas décadas, seguimos sin conocer las últimas respuestas.
Durante el camino recorrido, el determinismo religioso ha sido desplazado por el que propugna la ciencia. En la permutación, hemos renunciado a la esperanza en pos del pragmatismo y el rigor, justificado desde la búsqueda de certezas definitivas.
De una forma simplificada, las personas acuden voluntariamente a nosotros cuando perciben que su
nivel de sufrimiento es intolerable y ello les genera un nivel de desadaptación global a nivel sociolaboral.
El problema es que habitualmente, exigen una mejoría inmediata a problemas de gran envergadura,
pero la psiquiatría es una disciplina que ofrece soluciones lentas en las que la motivación constituye una condición necesaria, pero no suficiente.
De modo que asistimos a un momento histórico en el que la psicofarmacología se ha hipertrofiado en detrimento de la psicoterapia. Puesto que disiento de ésta formulación, he desarrollado psiquiatrasevilla.es con la finalidad de buscar una aproximación más integral y humana para combatir ésta perspectiva.
En mi consulta abundan los trastornos de ansiedad, depresión, fobias, trastornos adaptativos y problemas laborales. Aunque ocasionalmente tratamos psicosis y esquizofrenia, éstos últimos problemas son la excepción porque siguen otros circuitos.
Nosotros estamos especializados en personas que habitualmente funcionan bien en la vida diaria, pero presentan crisis vitales por circunstancias, ya sea personales, laborales o simplemente coyunturales. En consecuencia, nuestro trabajo resulta tremendamente gratificante, ya que conseguimos que las personas puedan recuperar sus capacidades o cuando menos, reducir su nivel de sufrimiento.
Creemos que la combinación de la psicoterapia focal orientada al insight asociada a un tratamiento con psicofármacos es el enfoque más eficaz, pues resulta superior a cualquiera de dichas opciones por separado.
A éstas alturas, el psicoanálisis clásico está obsoleto por una cuestión de costes, ya que no es viable plantearle a un cliente un tratamiento en el que tenga que vernos ocho sesiones al mes por tiempo indefinido. Tampoco nos parece defendible el planteamiento excesivamente mecanicista del cognitivismo, en la medida de que carece de una teoría sólida respecto a la personalidad y simplifica en exceso el funcionamiento humano, en base al reduccionismo que postula la mera automatización de los procesos mentales. De forma que el autoconocimiento es la clave pero la psicoterapia ha de estar focalizada en el problema, por lo que abogamos por el apuntalamiento de la autoconfianza y la autoestima como base del cambio.
Por otra parte, es cierto que para un subgrupo nada desdeñable de pacientes, la psicoterapia verbal no funciona y tiene sentido la aplicación de otras técnicas que utilicen un abordaje menos racional y más sensitivo. Desde nuestra perspectiva y en lo que respecta de forma predominante en el enfoque del control de la ansiedad, creemos que el mindfulness es la solución. En consecuencia, planificamos ofertar ésta técnica a nuestros usuarios a lo largo del presente año.
Habitualmente recurrimos a la medicación cuando las maniobras psicológicas de forma aislada no sirven, cuando el propio paciente pide una erradicación rápida del sufrimiento o cuando existe un elevado riesgo auto o heteroagresivo que requiere una intervención inmediata.
Coincidimos con el sentir general de que la medicación resulta muy útil para calmar los síntomas al principio, lo que permite trabajar los problemas de forma más eficaz. Sin embargo, en el largo plazo su empleo no puede ni debe ser la opción principal, en la medida que aparece tolerancia y no induce cambios permanentes a nivel psicológico. Por tanto, el efecto de la psicoterapia resulta determinante para que la mejoría sea duradera.
La pandemia del Covid-19 ha dado lugar a un gran iceberg de trastornos mentales cuyo tercio superior es lo único que hemos visto hasta ahora. En mi web tengo varias publicaciones a éste respecto, informando sobre el efecto del confinamiento sobre la salud mental, sobre los trastornos mentales asociados a la infección cerebral por el virus, los planteamientos de la OMS o los cuadros clínicos cuya prevalencia ha aumentado de forma ostensible durante la pandemia.
De forma resumida, después del confinamiento hemos asistido a un tsunami de trastornos de ansiedad, depresión y fobias, con gran afectación a sectores poblacionales que carecían de enfermedades mentales previas y/o sufrían problemas psicológicos menores.
En gran medida, todas éstas patologías han sido y están siendo desatendidas como consecuencia del colapso total de la asistencia primaria, ello ha redundado en una tendencia a la cronificación de patologías inicialmente banales. En consecuencia, ha habido una eclosión de problemas relacionados con la agorafobia, depresión mayor, ansiedad generalizada, trastornos obsesivo-compulsivos e intentos de suicidio. Todos ellos están inundando los servicios privados, en la medida en que el sistema público no es capaz de atenderlos de forma adecuada.