La cistitis es una infección que tiene un origen bacteriano y se produce en las vías urinarias inferiores, específicamente en la vejiga. Es más frecuente en mujeres, por tener la uretra más corta, lo que facilita la llegada de bacterias del ano. En el hombre se puede dar asociada a patologías de la próstata.
La misma etimología de la palabra "cistitis" nos remite ya a su significado, puesto que el término proviene del griego antiguo, concretamente de kystis (vejiga) y del sufijo "itis", que indica inflamación. Se trata, en efecto, de una patología que, por lo general, cursa con una infección de vejiga urinaria, la enfermedad más frecuente del aparato urinario.
En el siguiente epígrafe definiremos de forma breve y sencilla esta enfermedad infecciosa, habida cuenta de que estamos ante un trastorno que, si bien puede ser de naturaleza no infecciosa, normalmente ocurre cuando la orina deja de ser estéril y se caracteriza por la presencia de gérmenes.
De igual manera, en personas que no sufren una infección urinaria, normalmente la micción es indolora y ocurre de 5 a 6 veces al día. Por contra, salvo que un urocultivo diga lo contrario, la cistitis cursa con infección bacteriana.
La cistitis hace hace referencia a una inflamación de tipo agudo o crónico que afecta a la vejiga. Salvo que se trate de una cistitis no infecciosa, la cistitis típica se define como una infección bacteriana de la orina que se encuentra en la vejiga.
A nivel de infecciones del tracto urinario, la más común es la infección de la vejiga, denominada cistitis. Otro tipo más grave es la pielonefritis, un tipo de infección renal que hemos de evitar con un adecuado y temprano tratamiento de la cistitis. De este modo, evitamos que las bacterias de la vagina se desplacen, es decir, que asciendan hasta llegar incluso al uréter y al mismo riñón.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que es posible padecer infecciones repetidas y, de nuevo, la actuación temprana es clave. Idealmente de forma preventiva para ayudar a minimizar o acabar con estas recidivas.
Aunque se trata de una enfermedad fundamentalmente femenina, también existe la cistitis en el hombre, en los niños y, en suma, en personas de todas las edades. En cuanto al hombre, padecerla es excepcional, puesto que las bacterias se encuentran con la "próstata" en el camino a la vejiga, si bien se puede padecer una "prostatitis" cuando ésta se inflama por este motivo.
La prostatitis es una condición médica más severa que la cistitis, e igualmente puede causarla una infección urinaria o una enfermedad de transmisión sexual. A su vez, tengamos en cuenta que el hombre tiene la uretra más larga que la mujer, con lo que por este motivo también se reduce la probabilidad de infección de la vejiga.
Como hemos apuntado, la cistitis puede no ser bacteriana. En este caso, estamos ante una cistitis no infecciosa, pero se trata de una patología mucho menos frecuente que la cistitis bacteriana.
Así pues, la cistitis bacteriana es la forma más común de cistitis, provocada por gérmenes, fundamentalmente bacterias coliformes, una gran familia de microorganismos que incluye más de un centenar de especies. En particular, la infección suele provocarla la bacteria Escherichia coli.
Es decir, la causa más habitual de la cistitis típica es la infección provocada por la Escherichia coli, una bacteria que se encuentra en los intestinos. Entre otros factores, el contagio puede producirse por falta de higiene, el uso de aseos públicos, una hidratación insuficiente o las relaciones sexuales.
Igualmente, se puede padecer cistitis por frío. De hecho, el frío y, en concreto, las variaciones de temperatura son un factor de riesgo a la hora de desarrollarla que también hay que tener presente de cara a su prevención.
En general, las mujeres son más vulnerables a la cistitis que los hombres entre otras razones, porque su uretra es de menor longitud, lo que aumenta las posibilidades de infección.
Cuando se produce la cistitis como consecuencia de la inflamación de la vesícula, cursando con sangre en la orina. Si bien las causas de la denominada cistitis hemorrágica pueden ser muy diversas, la quimioterapia puede predisponer a ella, en cuyo caso estaríamos ante una cistitis por radiación.
La cistitis instersticial o cistitis crónica se diagnostica, entre otros factores, cuando se padece una inflamación de la vejiga durante un largo tiempo. Sin embargo, no siempre se diagnostica correctamente, pues los sintomas son similares a los de una cistitis común.
La cistitis provoca molestias que pueden resultan incómodas e incluso llegar a imposibilitar una vida normal. Tengamos en cuenta la conveniencia de visitar al médico de cabecera o especialista si los síntomas empeoran.
En concreto, estemos atentos a la aparición de fiebre, náuseas y vómitos, sangre en la orina y/o un dolor en la parte baja de la espalda que se intensifica. Además de estos síntomas, otros más leves se refieren a la urgencia en la micción y una sensación de debilidad y malestar general.
Resumiento, algunos de los síntomas de la cistitis son:
Hay situaciones que facilitan la presencia de cistitis, como por ejemplo: Diabetes, bloqueo de la uretra o de la vejiga, edad avanzada, embarazo, retención de orina, permanencia sin moverse largos períodos, etc.
Con respecto al tratamiento, hay que apuntar que pese a ser unos síntomas molestos, la cistitis se puede tratar de forma rápida y fácil. Sobre todo, reiteramos la importancia de evitar que la infección se agrave y acabe llegando a los riñones, agravándose por no haberse tratado o no haberlo hecho a tiempo.
El tratamiento será con antibióticos, bajo prescripción del urólogo. Si tiene carácter recurrente, se tendrá que complementar con alta ingesta de agua, evitar el retraso en la micción, lavados perineales, etc.
De forma excepcional, puede ser necesaria una cirugía para extirpar la vejiga, pero lo normal es que prescribir antibióticos o antivirales, dependiendo de cada caso. Será el urólogo el que decida el tratamiento apropiado para un paciente concreto, si es necesario realizando un cultivo de orina para elegir el medicamento más efectivo.
Por último, el arándano rojo y beber un mínimo de un litro y medio de agua al día son fundamentales para una buena prevención, además de llevar un estilo de vida saludable, cuidando también el apartado de la higiene íntima.