Los ámbitos de intervención del especialista en endocrinología o endocrino son muy amplios y entre ellos nos encontramos los trastornos de crecimiento y desarrollo. La reponsable del crecimiento de los tejidos, de los huesos y de los órganos es la hormona de crecimiento, que es producida por la glándula pituitaria o hipófisis. La carencia de esta hormona puede ser de tipo congénito o adquirido, y se debe a un mal funcionamiento de la glándula pituitaria o de su órgano regulador, el hipotálamo, dando lugar a que los niños con este problema tengan baja estatura. A su vez el exceso de la hormona de crecimiento será responsable de un crecimiento excesivo del cuerpo y de los huesos, que se conoce como gigantismo. Si los problemas con la hormona afectan a los adultos, nos encontramos con la acromegalia o manos, cara y pies, con tamaño por encima de lo normal.
Las anomalías en la producción de la hormona del crecimiento son desconocidas y se producen de forma espontánea, pero pueden estar relacionadas con:
También se puede asociar el déficit de hormana del crecimiento con déficits en hormonas sexuales, y también de las hormonas que estimulan la glándula tiroidea.
La talla por debajo de lo normal será la primera alerta sobre un posible trastorno del crecimiento. A partir de ahí habrá que tener en cuenta factores como la talla y peso de los progenitores, edad de desarrollo puberal, dieta seguida, ejercicio físico que realiza, enfermedades que padece, problemas psicosociales, etc. También se pueden realizar radiografías, para determinar la edad ósea.
Si se detecta pronto el trastorno del crecimiento, se puede conseguir un crecimiento normal, tratando al niño con hormona del crecimiento, hasta el momento de cierre de los cartílagos, que es en el final de la adolescencia. En el diagnóstico precoz de los problemas de crecimiento y desarrollo juega un papel clave el pediatra, pero luego será el endocrino quien deberá seguir el caso, una vez detectados los primeros síntomas.