La técnica ha avanzado enormemente en los últimos años y eso ha posibilitado a los dermatólogos y especialistas de estética aportar tratamientos para los problemas de piel que mejoran el aspecto físico y se enmarcan dentro de la rama de la medicina conocida como dermoestética.
El objetivo de la dermoestética es tratar, corregir, mitigar cambios en el aspecto de la piel resultado del envejecimiento, de algunas enfermedades o de exposiciones al sol, viento, etc. aportando a los pacientes una mejor calidad de vida, ya que una piel sana y cuidada es la que garantiza una protección del exterior.
Algunos de los tratamientos más habituales en dermoestética son el del acné, que presenta un interés adicional para los dermatólogos, ya que además de la inflamación por exceso de sebo, puede dejar cicatrices. La forma de tratarse es mediante aplicación de máscaras secativas, unido a antibióticos.
Otra alteración habitual son las estrías, caso en que se utiliza la prevención dermoestética, hidratando la piel con vitamina A y E, bebiendo mucho agua y con alimentación adecuada.
Las manchas faciales también son objeto de tratamiento de la dermoestética, para lo que se recomienda uso de protectores solares intensos, cese de maquillajes y aclarantes de la piel, como hidroquinona.
La dermatoestética diseña una piel artificial
Con los años, la piel de nuestro cuerpo se vuelve más firme y menos elástica, problemas que incluso pueden agravarse por la exposición al sol. Esto hace que la capacidad que tiene la piel de protegerse contra las temperaturas extremas, las toxinas, bacterias, radiación u otro tipo de lesiones disminuya.
Por eso, hace una década, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) se pusieron como objetivo desarrollar una piel artificial que pudiese restaurar las propiedades de la piel sana, algo que tendría aplicaciones tanto médicas como estéticas en tratamientos cosméticos.
Para ello, pensaron en cómo controlar las propiedades de la piel mediante un recubrimiento hecho con polímeros con efectos beneficiosos para la salud. Su principal prioridad es que esta piel artificial fuese invisible y cómoda, según los autores del descubrimiento de dermatoestética. Ahora, esta piel artificial invisible ya es una realidad y podría usarse en pocos años en enfermedades o tratamientos de dermatología revolucionarios, y también para facilitar la aplicación de tratamientos frente a la dermatitis o los eczemas. Por eso, los investigadores quieren continuar trabajando en esta piel artificial para que pueda adaptarse a cada paciente con total exactitud y así poder ampliar las aplicaciones que se puede dar a este nuevo recurso dermatológico.
El 30% de las mujeres mayores de 25 años padece acné
El acné ya no es un problema exclusivo de la adolescencia. Expertos en dermatología alertan de que hasta un 30% de las mujeres mayores de 25 años siguen padeciendo sus síntomas, que son más habituales en edades anteriores, sobre todo en la adolescencia. Se trata de una enfermedad que causa problemas tanto de salud como estéticos, y cuyo tratamiento suele ser largo.
De hecho, los profesionales recuerdan que en el proceso óptimo de curación interviene de forma muy importante el paciente, que debe ser constante con el tratamiento para evitar su reaparición. Los avances en dermocosmética de los últimos años han provocado que se pueda llevar a cabo una mayor labor de prevención de esta enfermedad, ya que existen productos que mejoran la limpieza del rostro.
Sin embargo, un experto debe hacer una valoración adecuada según las características de cada paciente y pensar en un tratamiento antiacné efectivo basado en medicamentos orientados a cortar la aparición de las lesiones cutáneas. Los cambios hormonales, el estrés, el tabaco o los productos cosméticos poco adecuados pueden ser factores desencadenantes de un brote de acné, incluso en personas que ya han pasado la etapa de la adolescencia y que pueden ver cómo el problema no remite.