Con el término de ecografía urológica nos referimos a una serie de exámenes médicos que permiten explorar el aparato urinario gracias a un principio basado en la reflexión de los ultrasonidos. No en vano, las ecografías son una de las principales aplicaciones de la reflexión del sonido que permite la obtención de una imagen de los órganos en tiempo real mediante el registro de los ecos de retorno de ese haz de ultrasonidos en una pantalla.
Es un examen no invasivo ni irradiante, que realiza el radiólogo ecografista para examinar la morfología o forma de los órganos, así como explorar su estructura. En el caso que nos ocupa, la exploración del sistema urinario se realiza a través de una ecografía que explora los riñones, la uretra, los uréteres y la vejiga, así como la próstata en los hombres.
En función de lo apuntado, podemos afirmar que la ecografía urológica es un tipo de ecografía que permite estudiar las áreas comprendidas en estas partes de la anatomía.
Se realiza definiendo la imagen de los órganos analizados a través del ultrasonido sin consecuencias para el organismo, puesto que es un examen no invasivo que no necesita anestesia. En urología, se aplica para llevar a cabo un estudio preciso de los riñones, la vejiga, la próstata y las vesículas seminales, la uretra, testículos y epidídimo.
La posición del paciente, acostado boca arriba en una camilla, es la misma que en la ecografía abdominal, aunque a menudo se puede colocar de lado para una mejor visualización. Puesto que no se requiere sedación, sencillamente se descubre el abdomen y tras aplicar gel se va deslizando el transductor por el área a estudiar.
La aplicación del gel específico logrará la mayor eficacia si anteriormente no se han aplicado otras cremas o lociones. Por este motivo se recomienda no hacerlo desde un día antes, pues de otro modo la visualización podría no ser todo lo nítida que debiera.
Es habitual que se aconseje tener la vejiga llena en el momento de su realización y en ocasiones debe ayunar. En cuanto a la vejiga, tengamos en cuenta que es un órgano hueco, cuya función es almacenar la orina. Es decir, solo el llenado de la vejiga permite el análisis de sus paredes y de su contenido, además de facilitar el estudio de órganos vecinos, como el útero, los ovarios o la próstata.
Es la razón por la que se puede pedir tener la vejiga llena antes del examen, por lo que no debe orinarse antes de efectuarla. De haberlo hecho, al menos una hora antes de la prueba debe beberse abundante agua y no orinar
En cuanto a las sensaciones del paciente, no se siente dolor alguno. El transductor se aplicará sobre la superficie de la piel, de manera que las ondas de sonido viajan a través de los tejidos y parte de esos ultrasonidos se reflejan en forma de ecos. Conforme se desarrolle la sesión se irá observando la imagen en un monitor, y también se pueden imprimir.
En el caso de buscarse un análisis de próstata más preciso, el radiólogo puede utilizar una sonda endorectal que se introduce por el ano. Tampoco tiene por qué ser una experiencia desagradable, en especial si el médico es delicado y el paciente está relajado.
Salvo que se lleven a cabo ecografías más complejas sumando el estudio con Doppler, 3D, 4D o sonocistografía, una ecografía sencilla suele durar unos 15 minutos.
Su bajo coste y rapidez, así como el hecho de tratarse de una prueba no invasiva, convierten a la ecografía en un examen muy habitual para ayudar a realizar diagnósticos de enfermedades del aparato urinario.
De hecho, se trata de una prueba muy valiosa, que permite descubrir alteraciones en las áreas relacionadas con la especialidad urológica. La decisión de su realización puede tomarla desde el mismo médico de cabecera o médico internista hasta el especialista de que se trate, en concreto el urólogo.
Son muchas las patologías o condiciones médicas que ayuda a identificar y valorar, desde enfermedades en los riñones o traumatismos, tumores, quistes, infecciones o pielonefritis, hasta saber si existen cálculos en el riñón o uréter cuando se sufre un cólico nefrítico.
Más aplicaciones de la ecografía urológica engloban el estudio de problemas en la próstata, alteraciones en la vejiga urinaria y visualizar posibles malformaciones congénitas, la causa de la presencia de sangre en la orina.
O, por ejemplo, para detectar si la causa de la hipertensión arterial se debe a un estrechamiento de las arterias, entre otras patologías o alteraciones en los riñones, vejiga y próstata.
Por último, también permite cuantificar el residuo postmiccional, ya que incluir su cuantificación en la ecografía urológica para así detectar posibles infecciones, cálculos o insuficiencia renal.
Ecografía urológica para detectar el cáncer de próstata
El cáncer de próstata es el segundo tipo de cáncer más común en los hombres, aunque son pocos los que se realizan un chequeo anual o una ecografía urológica. Detectarlo en un estado precoz permite un tratamiento eficaz y puede llegar a ser curado con radioterapia o cirugía.
Los expertos en urología intentan así generar conciencia en la población masculina sobre la importancia de practicarse, al menos, un control prostático anual para poder detectar a tiempo un posible cáncer de próstata. Una de las pruebas más comunes es la ecografía urológica, que puede dar mucha información sobre el estado del paciente.
Es importante saber que la enfermedad no muestra síntomas perceptibles en su fase inicial, por lo que es difícil que un hombre lo note por sí mismo, por eso un control de próstata puede ayudar mucho en el diagnóstico.
El control de próstata consiste en un examen de sangre que determina el nivel de Antígeno Prostático Específico (APE) en la sangre. Además, también se puede hacer un examen rectal digital, a través del cual el médico puede detectar anomalías en esta glándula.
Si en este examen de rutina se nota una anomalía, se procede a realizar dos estudios complementarios: ecografía transrectal o urológica y una biopsia, que pueden confirmar el cáncer de próstata.