La lactancia materna es una de las primeras inquietudes de las madres, que requerirá de orientación por parte del pediatra y del puericultor. Los beneficios de la leche materna son numerosos para la madre y para el bebé, por lo que es conveniente que se inicie justo después del parto, ya que así se estimula que se produzca leche materna, y además los recién nacidos tienen reflejos para buscar y succionar, con lo que sólo tienen que ser estimulados por la madre.
La lactancia materna será adecuada si el bebé gana peso, aunque es necesario tener en cuenta que durante los primeros días tras el parto, el bebé pierde peso, pero tras dos semanas tendrá que recuperlo.
La primera leche que produce la madre, se llama calostro, es amarillenta y espesa, y ofrece al recién nacido todos los nutrientes que precisa, protegiéndole además de infecciones.
La leche materna permite un crecimiento y desarrollo adecuado, ya que se adapta a las necesidades de nutrición de cada momento.
Minimiza el riesgo de que se sufran catarros, neumonía, bronquitis, otitis, diarreas o síndrome de muerte súbita. Previene la anemia por su contenido en vitamina E. Favorece la flora intestinal.
Da sensación de seguridad al recién nacido, haciendo que se sienta atendido y estimulado, lo cual también contribuye al desarrollo.
La leche materna pasa los anticuerpos de la madre al niño, convirtiéndose en una vacuna natural.
Permite que el útero materno se recupera más fácilmente, reduciendo infecciones y hemorragias.
Disminuye el riesgo de cáncer de mama, cáncer de ovario y de útero.
La lactancia es movilizadora de la grasa alrededor de nalgas y muslos y eso hace que se facilite recuperar la silueta
Contribuye a la creación de un vínculo especial entra la madre y su hijo
Existen pocas situaciones que impidan la lactancia materna, sin embargo, si hay situaciones que habrá que ir ajustando, para evitar que se desista de la misma:
Los casos en que se recomienda no amamantar es si se padece tuberculosis activa o VIH, ya que las infecciones se podrían trasladar al bebé. También pasa a través de la leche materna el alcohol, drogas y determinados medicamentes, por lo que si se tiene alguno de esos hábitos es preferible evitar la lactancia, para no dañar al bebé.
La Universitat de Barcelona ha realizado un estudio sobre la lactancia materna del que se deriva que los bebés que reciben esta clase de alimentación durante sus primeros días de vida tienen un desarrollo un 25% superior que los que no lo hacen. Esto es debido a una hormona que está presente en la leche materna y que regula el crecimiento del niño a través de su metabolismo. También interviene en la absorción de nutrientes y en la actividad intestinal.
Esta hormona, llamada “factor de crecimiento fibrolástico 21”, se produce en el hígado y está presente en nuestro organismo de forma natural. De hecho, hay personas que la desarrollan en mayor cantidad que otras. Ya conocían los pediatras los efectos positivos del compuesto en el metabolismo de las grasas, y era considerada un remedio natural contra la obesidad.
Ahora, se sabe que también estimula la absorción de la lactosa y otros nutrientes, por lo que puede ser muy positiva para el desarrollo de los bebés en los primeros meses de vida. De hecho, los datos del estudio son claros: los niños que reciben leche materna en los primeros días se desarrollan un 25% mejor que los que no lo hacen.
Puesto que las elevadas temperaturas estivales aumentan el riesgo de deshidratación en la madre y en el bebé de pecho, es importante seguir una serie de pautas básicas para proporcionar una idónea hidratación al pequeño.
Darle el pecho a demanda es fundamental, sin necesidad de darle agua entre toma y toma si el niño es menor de 6 meses. Con la leche materna será suficiente para mantenerlo hidratado.
La madre debe estar bien hidratada para que no se reduzca la producción de leche y, si tuviese sed durante una toma, tener cerca una botella de agua para no tener que interrumpirla.
Tanto la madre como el hijo deben llevar ropa ligera y buscar lugares a la sombra para realizar las tomas, colocando durante éstas una fina gasa entre ambos para evitar que el contacto físico aumente la temperatura.
También debemos estar atentos a los signos de deshidratación del pequeño como sacar la lengua a menudo, llevarse la mano a la boca, una orina más concentrada y con un olor fuerte.
Como orientación, los expertos aconsejan que moje los mismos pañales que de costumbre, entre 6 y 7 al día. Otros claros síntomas son el llanto, la irritabilidad, el sudor frío, la somnolencia, la pérdida de vitalidad o el aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria.
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La lactancia materna puede tener efectos positivos en la esclerosis múltiple
La Ruhr-Universität Bochum, en Alemania, ha expuesto en un artículo que las mujeres que padecen esclerosis múltiple y que amamantan a sus bebés durante al menos dos meses tienen menos posibilidades de recaer en la enfermedad. De hecho, en comparación con las que no se unieron a la lactancia, estas retrasaban el periodo de recaída en al menos seis meses. Los autores analizaron a un total de 201 mujeres con esta enfermedad y que se encontraban en periodo de gestación entre 2008 y 2012. Las mujeres que utilizaban un método de lactancia exclusivo, es decir, que no se combina con otros, tenían menos opciones a padecer una recaída con respecto a las que sí lo hicieron. De hecho, más de un 38% de las madres que no amamantaron a sus bebés sufrieron síntomas antes de seis meses. Tras el periodo de lactancia materna, cuando las mujeres vuelven a su estado hormonal normal, los síntomas volvieron a aparecer en la mayoría de las pacientes de la muestra, lo que lleva a deducir el efecto positivo de la lactancia en mujeres con esta dolencia. El experimento y sus conclusiones fue publicado en la edición digital de 'Archives of Neurology' y se considera una revolución en el estudio de la enfermedad. Fuente: Infosalus