La migraña es un tipo de dolor de cabeza o cefalea, que suele afectar a un sólo lado de la cabeza, teniendo un carácter intenso y pulsátil, pudiendo ir acompañado de problemas gastrointestinales, como vómitos, y también de problemas neurológicos y visuales. Se da más frecuentemente en mujeres.
Se desconoce la causa exacta de la migraña, si bien, la misma se deriva de una deficiente actividad cerebral, que puede estar desencadenada por diversos situaciones:
Las migrañas pueden ser con aura, es decir, con aparición de síntomas que avisan que se va a producir, y que suelen darse unos 15 minutos antes:
El neurólogo, al igual que con otras patologías neurológicas, empezará con realizar el historial del paciente, examen físico, revisión de antecedentes familiares, tratando de determinar el origen del dolor de cabeza.
A través de la tomografía computarizada y de la resonancia magnética se puede avanzar en el diagnóstico, y también se puede realizar un electrocardiograma, que descartaría convulsiones.
Es importante que pacientes con migraña eviten factores que favorecen el accidente cerebrovascular, como por ejemplo, utilizar métodos anticonceptivos orales, ser adictos al tabaco o llevar una dieta desequilibrada.
El tratamiento de la migraña tendrá por objetivo mitigar los síntomas y dependerá de cada persona. Se combinarán diferentes terapias:
Además de los conocidos usos estéticos de la toxina botulínica, relacionados con la eliminación de arrugas, el bótox tiene aplicaciones terapéuticas muy diversas. De hecho, la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (la FDA, por sus siglas en inglés), organización que evalúa la seguridad de los productos de consumo en aquel país, lo ha aprobado como tratamiento de diferentes problemas médicos.
Entre otros, la migraña crónica, la vejiga hiperactiva y la incontinencia o, por ejemplo, la distonía cervical. En cuanto a la migraña crónica, en 2010 el fármaco fue aprobado en países de Europa y en Estados Unidos como medicamento para su prevención.
Al suprimir las señales que el cerebro envía para contraer los músculos, se produce el conocido efecto de los rostros sin expresión y es ese mismo efecto el que ayuda a los que sufren de migrañas.
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La relación entre la migraña y el Síndrome del Intestino Irritable
La migraña y la cefalea por tensión pueden tener relación con el síndrome del intestino irritable, según un estudio que se ha hecho público este mes y desarrollado en la Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología, celebrada en Canadá.
Este síndrome se trata del trastorno gastrointestinal más común en el mundo y solo en Estados Unidos afecta a 45 millones de personas, aunque muchas permanecen todavía sin diagnóstico. Su causa exacta se desconoce, pero cursa con dolor de abdomen, calambres, hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento.
Para analizar esta relación se hizo un estudio en el que participaron 107 personas con migraña episódica, 53 con cefalea tensional, 107 con el síndrome del intestino irritable y 53 sanas. Así, se analizaron los síntomas de dolor de cabeza en las personas con SII y las molestias gastrointestinales de los otros tipos de paciente, y se llegó a la conclusión de que las personas con migraña tenían el doble de probabilidades de presentar también síntomas intestinales. Estos datos pueden llegar a ser importantes para la prevención de ambas enfermedades y a la hora de establecer un diagnóstico por parte de los gastroenterólogos que englobe todos estos síntomas y que pueden prevenir muchas molestias en los pacientes.
La problemática de las migrañas en verano
El verano suele trastocar determinados procesos fisiológicos como forma de adaptar el metabolismo a sus condiciones climáticas, y una de las habituales consecuencias clínicas lo representan los episodios de migrañas. No obstante, según el testimonio de un neurólogo especialista en cefaleas de la Universidad Oberta de Cataluña, Roberto Belvís, no es directamente el calor el responsable de su desencadenamiento, si bien su efecto vasodilatador en paredes arteriales no debe despreciarse, sino ciertos desequilibrios en la alimentación y el sueño asociados a esta época estival. Entre ellos pueden citarse el distinto ritmo de comidas, el abuso de bebidas y alimentos fríos, los frecuentes traslados vacacionales y una mayor dificultad para cubrir las necesarias horas de sueño. Entrando en datos que avalan estas afirmaciones, el 23% de las intervenciones practicadas en las unidades de neurología se relacionan con migrañas, que aglutina una significativa cifra de las consultas en los centros de salud e incluso es protagonista del 2% de las consultas de urgencias. Si bien es una tendencia general en los pacientes la de asociar la intensificación de esta enfermedad a cambios bruscos de tiempo, la hipótesis más solvente apunta más bien a la acción de aerosoles bacterianos vehiculados por el aire dotados de energía electromagnética. La aparición de estas tormentosas cefaleas puede mitigarse graduando las modificaciones en los hábitos estivales y evitando prolongadas exposiciones al sol.