La picadura de insecto suele producir una reacción inflamatoria cutánea en la zona donde el insecto ha picado, sin que tenga mayores consecuencias, aplicándose simplemente alguna pomada en la zona afectada y paño frío, o tomando algún antihistamínico. Si la picadura es de ácaros, pulgas o mosquitos la reacción más frecuente es la picazón, en el caso de avispas o abejas se sentirá más dolor. En personas con hipersensibilidad a las picaduras, la reacción puede ser más grave, en cuyo caso la persona, tendría que estar prevenida con adrenalina que ella misma se pueda inyectar, evitando el shock anafiláctico.
Existe una posibilidad de que la picadura provoque una intoxicación, en caso de determinados insectos o arañas, aunque lo normal, es que sean inofensivas.
Lo normal es que la reacción ante la picadura sea de picazón, dolor, rojez de la zona, hinchazón o inflamación, ardor, hormigueo, dependiento del tipo de picadura.
La reacción puede ser más grave, provocando fiebre, hinchazón de la extremidad afectada, alteración de las articulaciones próximas, etc. en cuyo caso el alergólogo realizará pruebas de alergia para saber a qué insecto se tiene alergia. La inmunoterapia puede ser de utilidad en este caso.
En ocasiones más raras se puede presentar un shock anafiláctico, que afecta a varias partes del organismo de forma rápida y que puede hacer peligrar al paciente. Los síntomas más frecuentes son la dificultad respiratoria, vómitos, ansiedad, diarrea, dolor u opresión en el pecho, arritmias, dificultades para la deglución, etc. Estos casos requerirán medidas preventivas muy concretas, mediante inmunoteparatia y adrenalina autoinyectable, que se llevará consigo.
Para evitar la picadura de insectos, se recomienda:
Si ya ha sido picado evitar siempre aplicar torniquetes o suministras aspirinas o estimulantes o medicamentos para el dolor.