La reflexología podal es un tipo de terapia que se basa en estimular determinados puntos de los pies, que se consideran zonas de reflejo con alguna parte del organismo, bajo la teoría de que existe una conexión entre todas las partes de nuestro organismo y que si realizamos un masaje manual o acción en esta área refleja del pie, tendrá su efecto en aquella parte del cuerpo interconectada.
El origen de la reflexología podal lo encontramos en la medicina China, en el antiguo Egipto, donde papiros del 2000 a.d.C. reflejaban ya cómo se aplicaban masajes en la planta de los pies; también hay referencias a que los indios Cherokees, de América del Norte, utilizaban los masajes en los pies, como ritual sagrado, ya que en su creencia, los pies son el contacto con la tierra.
La reflexología, tal y como la conocemos en nuestros días, surge en los inicios del siglo XX, de la mano de Fitzgerald, médico de EEUU, que observa cómo aplicando presión en zonas de los pies y de las manos, se producía un efecto de tipo anestésico, en otra parte del cuerpo. Según lo anterior, se sugirió que existe una división longitudinal del cuerpo en 10 meridianos, existiendo relación entre áreas y órganos. En España se aplica por parte de fisioterapeutas y podólogos, combinada con otras técnicas.
Los beneficios de la reflexología podal, se podrían resumir en la prevención de determinadas dolencias o síntomas, y el alcance del equilibrio físico y psíquico. De forma detallada podríamos hablar de su efecto relajante y de alivio del estrés, es activadora de la circulación de la sangre y sistema inmunológico, ayuda a distendir las contracturas, facilita que se elimen toxinas y que el sueño sea más reconfortante.
Hay situaciones específicas que no recomiendan el uso de reflexología podal, como son la osteoporosis en la pierna o el pie, fiebre o infecciones agudas, padecimiento de angina de pecho o infarto cardiaco y embarazos de alto riesgo.