Trastornos neuromusculares

Los trastornos neuromusculares son patologías neurológicas, normalmente crónicas, de tipo degenarativo y carácter progresivo, que afectan a la pérdida de fuerza muscular, debido a un problema de tipo neurológico, por el que las neuronas dejan de enviar mensajes a los músculos voluntarios, de brazos y piernas, haciendo que éstos se consuman y pierdan fuerza, sumándose problemas articulares, espasmos musculares o problemas de movimiento. Hay 150 tipos diferentes y se presentan en la edad infantil, en más del 50% de los casos, lo que ratificaría su carácter hereditario. Pueden terminar afectando a la capacidad respiratoria y a la función cardiaca.

Causas de los trastornos neuromusculares

Un gran número de estas patologías tienen un carácter genético, por mutación de los genes y por eso aparecen en los primeros años de vida. También pueden ser adquiridos:

• Origen autoinmune o inmunológico: Cuando las defensas del organismo atacan a las células, dando lugar a polimiositis, miastenia, etc
• Carácter infeccioso: Debidas a bacterias, virus o parásitos. 
• Causadas por ingesta de tóxicos como el alcohol, o tóxicos industriales, o algunos medicamentos. 
• Origen endocrinológico o metabólico: Déficit de vitaminas y nutrientes o exceso o ausencia de hormonas

Tipos de trastornos neuromusculares

Entre los 150 tipos de trastornos neuromusculares hemos destacado:

• La esclerosis múltiple y la esclerosis lateral amiotrófica son un tipo de enfermedades neuromusculares.
• Distrofias musculares, como la de Duchenne, la de Becker o el Síndrome de Walker-Warburg.
• Miopatía distal, que afecta a las piernas
• Miopatía congénita, cuyo primer síntoma es la escasa movilidad del bebé
• Enfermedad de Steinert, bastante frecuente
• Miotonía congénita.
• Enfermedades inflamatorias musculares 
• Neuropatías hereditarias sensitivo-motoras

Tratamiento de los trastornos neuromusculares

No existe un tratamiento que los cure, pero las técnicas de rehabilitación, permiten mejorar la calidad de vida de las personas que los padecen, mejorando su autonomía y reduciendo la discapacidad

Hay que cuidar los efectos secundarios derivados de estos trastornos como por ejemplo los problemas respiratorios o cardiacos, que pueden hacer que la esperanza de vida se reduzca.