Una de las ingenuidades más grandes a las que se puede llegar cuando se habla de aumento de mama es la de elegir previamente el volumen (o incluso una forma) del implante mamario. Porque ni el cirujano, ni la paciente, ni nadie pueden saber previamente el implante que le cuadrará perfectamente. El tamaño de los implantes no es pues a la carta, so pena de llevar una talla que, por muy grande o muy pequeña, resulta ridícula.
Esto que puede parecer extraño es muy simple:
Te cuento: hace algo más de 10 años y a la vista de que ni los más sofisticados programas para calcular la talla del implante ideal funcionaban, encargué a mi laboratorio de prótesis unos modelos. Exactamente igual a las prótesis, pero re-esterilizables. Los llamamos “probadores”.
¿Para qué?. Pues muy sencillo: ya que el espacio donde puede alojarse una prótesis es único (y digamos imposible de conocer con precisión previamente a la intervención), lo que hacemos nosotros es utilizar estos probadores estériles para medir en la intervención exactamente la talla de cada paciente, antes de pedir el implante definitivo, pues los tenemos todos en nuestro antequirófano.
Y hacemos como con los zapatos: probamos hasta encontrar su talla exacta. Una vez conocido esto, pedimos la prótesis idéntica, la desprecintamos e implantaremos a nuestra paciente.
Y acierto pleno. Desde entonces no hemos tenido problemas: todas las pacientes están encantadas con su tamaño.
Como con sus zapatos...