La fístula en el ano es una patología poco conocida, si bien estamos ante una enfermedad frecuente. Si queremos definir qué es fístula de ano, es importante apuntar, en primer lugar, que no se trata de un absceso anal, aunque la fístula anal, por lo general, se produce como resultado de aquel.
Por comparación, si el absceso anal es una cavidad cerca del ano infectada, llena de pus, la fístula anal es un túnel que conecta la glándula anal originaria del absceso con la piel de las nalgas que se encuentra alrededor del ano. Puntualizaremos, sin embargo, que aproximadamente uno de cada dos pacientes con un absceso desarrollan una fístula anal, pero ésta también puede producirse por otras razones. En todo caso, no se puede predecir cuándo se producirá.
Una fístula en el ano, por lo tanto, es un pequeño túnel que parte de una abertura previa dentro del canal anal, finalizando en una abertura exterior cerca del ano.
Tanto en el caso de los abscesos como de las fístulas, hay varios tipos de fístulas, que básicamente dependen del lugar donde se produzcan y de su extensión.
En ambos casos se siente malestar general, sensación de escalofrío, fiebre, un dolor constante, irritación local y secreción de pus. Se trata de una secreción que puede resultar maloliente, puesto que procede de una herida infectada. Asimismo, la infección enrojece y sensibiliza la zona, presentando picor.
En cuanto al dolor, éste puede intensificarse al sentarse o al toser, así como en otras situaciones en las que también aumente la presión sobre la zona afectada.
Tras haber apuntado la frecuente relación entre el absceso y la fístula, podemos diferenciar ésta de la fisura anal precisamente porque esta última no tiene esta relación. Por contra, se trata de una inflamación causada por una infección, concretamente por el pus que se genera en las glándulas del tracto final del ano.
Con el fin de conocer su trayecto, la fístula anal requiere realizar pruebas de imagen y, por lo general, si el diagnóstico lo aconseja, se procede a extirparla o abrirla. Se trata de una cirugía sencilla, en ocasiones ambulatoria, aunque como toda intervención tiene sus riesgos.
La realiza un proctólogo y puede ser una intervención que trate al mismo tiempo el absceso. En el caso de la fístula, se suele efectuar una pequeña apertura en el músculo del esfínter anal con el objetivo de abrir el túnel para así convertirlo en una herida abierta que sane. Normalmente, el postoperatorio no ofrece complicaciones y el periodo de recuperación es mínimo. Si todo sale según lo previsto, es decir, cuando la operación es un éxito y se siguen las recomendaciones del especialista, suelen evitarse posibles recurrencias.
La prevención de las fístulas anales, cuando se deben a abscesos, lógicamente, depende en gran parte de evitar que aquellos se produzcan. En general, la prevención de las mismas está relacionada con un estilo de vida saludable, con el fin alejar aquellos factores que puedan propiciarlas.
Entre otros consejos, se recomienda llevar una dieta equilibrada, con especial énfasis en cuidar el tránsito intestinal o en huir del sedentarismo, además de ser especialmente cuidadosos en la higiene de la zona anal. En particular, cuando el paciente ha sufrido la enfermedad y pretende evitar recidivas tras la cirugía.
Imagen: McortNGHH en Wikimedia
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