La gripe intestinal o virus gastrointestinal se conoce como "gastroenteritis epidémica no bacteriana", una denominación que engloba a un norovirus, es decir, a una gran variedad de virus relacionados, que tienen una misma acción patogénica. A efectos prácticos, cabe apuntar que a pesar de producir sensación de debilidad general en el paciente no se trata de una enfermedad grave.
Su causa, la mayor parte de las veces, es alimentaria y se contrae a través de un contagio por contaminación cruzada. Normalmente, pasados unos días, la enfermedad evoluciona y acaba desapareciendo, si bien puede acelerarse su curación teniendo en cuenta una serie de consejos que vamos a dar a continuación. Siempre, lógicamente, teniendo en cuenta que un diagnóstico es importante, puesto que podría tratarse de otra enfermedad que requiriese de un diagnóstico temprano por parte del especialista en digestivo para la obtención del mejor pronóstico posible.
El dolor abdominal y el malestar general, debilidad, vómitos, diarrea, pérdida de apetito, sensación de fatiga, escalofríos y/o dolor de cabeza son algunos de los principales síntomas de virus gastrointestinal, cursando con un cuadro que suele durar unas 24 horas, si bien tras el inicio de la enfermedad, como hemos apuntado, ésta va evolucionando. Así pues, su curso abarcará unos cuantos días, pasados los cuales acabará de remitir por completo, como veremos en el siguiente epígrafe.
La duración no puede precisarse de forma concreta, pero sí orientativa. Tras consultar al médico y obtener un diagnóstico (previo examen físico y, si lo estima oportuno, también análisis de las heces) se valorará la gravedad de los síntomas para, a continuación, establecer un tratamiento.
En cuanto a la duración, ésta varía de un paciente a otro, del mismo modo que pueden hacelro los síntomas. La curación, por lo tanto, dependerá de cada persona, pudiendo ser diferente incluso siguiendo el mismo tratamiento que otra.
En general, el virus gastrointestinal puede durar en torno a los cinco días, siempre que se sigan los consejos médicos en cuanto a dieta, hidratación y reposo. En caso contrario, fácilmente podría alargarse el periodo de enfermedad y también convalecencia, con lo que ello conlleva en lo que respecta a sufrir los síntomas señalados. Por último, acortar su duración también es posible mediante tratamiento farmacológico, tal y como desarrollamos a continuación.
El tratamiento también puede variar, dependiendo de las conclusiones a las que llegue el médico tras su examen del paciente y realización de pruebas, con el fin de identificar al microorganismo que ha ocasionado la infección.
La farmacología también puede ayudar. No suelen recetarse antibióticos, salvo que el médico lo estime oportuno. Igualmente, pueden ser efectivos los antivirales, sobre todo cuando se toman en las primeras fases. Además, podrían ayudar los analgésicos, siempre que el dolor sea importante. En caso contrario, normalmente es mejor prescindir de ellos.
En la mayoría de los casos, los fármacos se evitan, en favor de una serie de pautas como las siguientes: además de hidratarse convenientemente, bebiendo agua, fundamentalmente, es importante descansar y llevar una dieta blanda.
La comida ligera, en concreto, así como dejar el estómago descansar durante algunas horas, ayudará a que el organismo venza el virus y se recupere con mayor facilidad.
Se trata, en suma, de aplicar el sentido común. De hecho, los síntomas asociados a esta patología no invitan a comer en demasía ni a sobrecargar el estómago con alimentos indigestos. Muy al contrario, apetecen infusiones, yogurs naturales, purés y otros alimentos de fácil digestión. Con el paso de los días, podrán ir haciéndose avances hasta volver a la dieta normal.
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