El dolor crónico lo padecen aquellas personas que sufren una enfermedad o una sintomatología de manera continuada durante más de seis meses. El sufrimiento psicológico en estos pacientes es alto puesto que el impacto se produce en diversas áreas. A nivel social porque debido al dolor se acaban disminuyendo los contactos con amigos y familiares. A nivel de economía personal pueden aparecer dificultades pues si llega a verse afectada la capacidad laboral la persona se siente infravalorada y con problemas económicos. A nivel de pareja pues la persona no tiene el ánimo para implicarse con la otra persona y siente que no puede hacer feliz al otro. Por todo esto se habla de que un 40% de las personas que padecen dolor crónico sufre depresión u otro tipo de alteración psicológica.
En el pasado XVI Monográfico Teórico práctico en salud mental, llevado a cabo en Barcelona el coordinador del CSMA de Martorell del Hospital Sagrado Corazón, Fernando Boatas (psiquiatra en Barcelona) citaba que "El dolor crónico es un problema de salud subestimado que no cuenta con recursos suficientes, pese a las consecuencias que tiene en la calidad de vida de quienes lo padecen y a pesar de que supone una carga importante en los sistemas de salud”. Esa intervención que debería de ser multidisciplinar tiene que contar con psicólogos que ayuden al paso más complicado que debe dar un paciente con dolor crónico: La aceptación y la superación.
La terapia pasa por el control o disminución de hábitos que puedan potenciar más el dolor, por el control mental a través de la relajación y la respiración, la distracción del dolor en otras actividades, las terapias racionales que bloqueen los pensamientos dañinos para nosotros y las técnicas operantes de potenciación de actividades que permitan recuperar algúna actividad o la vitalidad para ella.
En un proceso de dolor crónico el camino es complicado y duro y por eso es recomendable que no lo hagas solo.
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