Curar la membrana del oído o tímpano puede significar tratar la rotura o perforación del tímpano, entre otras lesiones en esta parte de la anatomía que separa el oído externo del medio, cuya función es vibrar en respuesta a las ondas sonoras que percibimos a través del oído.
Las lesiones de tímpano, también denominada membrana timpánica, pueden resultar muy dolorosas y suponer una pérdida auditiva, además de conllevar el riesgo de contraer infecciones.
Aunque buena parte de las mismas se cura de forma espontánea al cabo de unos días o semanas, es importante que el problema lo siga de cerca el especialista, concretamente un otorrinonaringólogo para poder llevar a cabo el tratamiento necesario y, de este modo, recuperar o, en todo caso, preservar la salud de los oídos y del organismo en general.
Con respecto a la curación espontánea, ésta dependerá de distintos factores, como por ejemplo el tamaño y gravedad de la rotura o perforación. Del mismo modo, una lesión de membrana de oído impide su correcta vibración, como hemos apuntado, lo cual motiva una reducción de la audición.
La pérdida auditiva, por lo tanto, es una consecuencia de la lesión y también dependerá de los mismos factores. Con su curación espontánea, lógicamente, pues, también ésta se recupera. En otras palabras, habida cuenta de que la mayoría de estas lesiones se curan por sí solas, también las pérdidas auditivas suelen ser de carácter temporal.
Es conveniente puntualizar que, en ocasiones, la pérdida de oído puede deberse también a posibles infecciones que se producen cuando se sufren estas lesiones. De hecho, cabe recordar que una de las funciones de la membrana timpánica es proteger el oído medio de elementos extraños procedentes del exterior.
En concreto, bacterias e impurezas llegan al oído medio a través del orificio ocasionado por la rotura de membrana en el oído. Normalmente, son pérdidas auditivas que también desaparecen cuando se controla la infección, aunque también es cierto que en algunas ocasiones acaban provocando una sordera permanente.
Si bien la recuperación espontánea durante las semanas siguientes es el caso más habitual, acudir al médico es fundamental no solo para descartar cuadros especialmente graves, que requieran una atención inmediata, sino también para propiciar esa curación.
Además de mantener el oído limpio y seco, cuidando que no entre en el oído agua ni aire procedente de un secador de pelo, pongamos por caso. En suma, protegerlo sin dejar que penetre ningún otro objeto, por pequeño que sea. Por lo tanto, se facilitará la recuperación si se evitan las actividades acuáticas y, por ejemplo, protegiéndose los oídos con algodón cuando el paciente vaya a darse una ducha.
Igualmente, el especialista probablemente recetará antibióticos para prevenir infecciones, así como analgésicos para controlar el dolor y, por último, será el encargado de realizar un seguimiento de una adecuada recuperación.
En los casos que no cumplen esta norma general, la recuperación no será espontánea, por lo que será el especialista quien valore el nivel de gravedad y tratamiento más adecuado.
En general, en estos casos se producen lesiones que pueden afectar a la membrana únicamente o también hacerlo al oído medio, concretamente a la cadena de huesecillos situada en éste, denominados martillo, yunque y estribo.
El tratamiento es distinto en cada uno de los casos, pero en ambos se precisa cirugía. Mientras en el primero se trata de una sencilla intervención y suele repararse la membrana, - además de recuperarse el oído -, en el segundo caso no siempre es así, con lo que pueden quedar secuelas, si bien la tasa de éxito de la operación es elevada.
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