La cura de la tendinitis en el brazo no es fácil, ni sobre todo rápida. Pero, sobre todo, obedece a una serie de circunstancias, por lo que cada caso es diferente, con lo que no debe generalizarse.
En este artículo vamos a dar algunas pautas orientativas para avanzar en su cura, teniendo en cuenta precisamente la necesidad de tener en cuenta las particularidades de cada paciente.
Comenzaremos señalando que la tendinitis es la inflamación de la estructura fibrosa que une el músculo y el hueso, conocida como tendón. Una inflamación que resulta dolorosa, sobre todo a nivel funcional, y además suele ser una patología crónica, con una alta tasa de reincidencia.
Es decir, se trata de una enfermedad que frecuentemente puede ser crónica y sufrirse recidivas. En este sentido, la degeneración del tendón que provoca la misma cronicidad y recidivas, entre otros factores, pueden dificultar su curación. En el caso de las personas mayores, la degeneración del tendón se produce por la misma edad.
Puede causarse bien por sobrecarga o por lesión, en ocasiones por adoptar malas posturas, además de producirse, como hemos señalado, a consecuencia de una degeneración causada por la edad. En cuanto a las causas de las tendinitis más comunes, dejando de lado la misma vejez, hay que hacer mención a su mayor frecuencia a consecuencia de la popularización de los deportes y actividades recreativas en general.
Asimismo, existen determinados cuadros laborales que igualmente convierten al paciente en proclive a las recidivas y a la cronicidad. En este sentido, el descanso es básico para lograr una curación completa que, si bien puede no ser definitiva, al menos sí lograrse una terapia más a largo plazo.
Si nos centramos en el tipo de paciente que suele sufrir esta patología, además de personas de edad, suele ocurrir en adultos jóvenes que someten al área a un esfuerzo repetitivo, bien sea por la práctica deportiva como por otra razón, por ejemplo, en el ámbito laboral. Ambos, casos en los que se produce por una sobrecarga, otro aspecto a tener en cuenta a la hora de buscar soluciones terapéuticas.
Sin olvidar, por último, que existen algunas circunstancias que pueden predisponer a su padecimiento, como son los pequeños traumatismos que se repiten con cierta frecuencia o la realización de movimientos bruscos, desencadenando lesiones que sin ser directamente tendinitis sí predisponen a sufrirla.
En concreto, por otra parte, la tendinitis aquílea puede desencadenarla un calzado inadecuado, por lo que también en este caso conocer la causa es clave para encontrar el mejor modo de curación. Por otra parte, existen patologías que también predisponen a la tendinitis, entre ellas, la diabetes y la artritis reumatoide.
La cura de la tendinitis también depende de su tipología, lógicamente. En este punto, podemos afirmar que si bien puede verse afectado cualquier tendón, la parte superior del cuerpo suele ser la más proclive a padecerla. En este aspecto, es más fácil sufrirla en el hombro, codo, mano y muñeca o, si es de cintura hacia abajo, son habituales la tendinitis del talón, también denominada tendinitis aquílea. En este aspecto, se suele sufrir tendinitis en brazo, una forma habitual de llamarla por los mismos pacientes, teniendo en cuenta que puede sufrirse en las áreas mencionadas: el hombro, codo, mano y muñeca.
Asimismo, las alteraciones de los tendones más frecuentes engloban la epicondilitis lateral o codo de tenista, la epicondilitis medial o codo de golfista, la tendinitis del manguito de los rotadores, en el hombro o, por ejemplo, la tendinitis de DeQuervain, que inflama los tendones del pulgar, así como el pulgar en resorte. Todos estos aspectos es importante tenerlos en cuenta sencillamente para entender la importancia de un buen diagnóstico a la hora de plantear el tratamiento necesio para curar la tendinitis.
En función del diagnóstico realizado, a partir del pertinente examen físico, que puede incluir la realización de distintas pruebas, sobre todo para descartar posibles patologías. En la consulta, el especialista en traumatología determinará qué tipo de tendinitis padece el paciente, así como su ubicación, con el fin de poder plantear las fases necesarias para responder a la pregunta de cómo curar la tendinitis del brazo.
De forma general, puede afirmarse que la tendinitis puede durar alrededor de tres meses, con lo que la cura requiere de paciencia. Aunque el dolor vaya disminuyendo durante dicho periodo, cuando se aplica de forma adecuada un tratamiento acertado.
El tratamiento incluye reposo y calor local, por lo que si de tendinitis brazo y remedios hablamos, estos dos aspectos son claves para lograr un avance en la cura. Con ello se logrará tanto ir aliviando el dolor de forma progresiva como su inflamación.
Dentro de esta orientación general, si nos preguntamos qué es bueno para la tendinitis en el brazo, igualmente, se trata de relajar el tendón afectado, incluso recurriendo a la inmovilización de la zona. Tratándose de un brazo, la inmovilidad es complicada, por lo que inmovilizarlo puede ser una solución realmente efectiva. Sin embargo, será el especialista quien decida si es conveniente hacerlo.
La tendinitis en el brazo también conlleva un tratamiento farmacológico. Sobre todo, recurriendo a antiinflamatorios no esteroideos o AINE. Entre ellos, el ácido acetilsalicílico y el ibuprofeno o, por ejemplo, la inyección de corticoides. De nuevo, es importante que sea el médico quien valore la conveniencia de unos u otros fármacos para cada paciente.
También será de gran ayuda para algunos pacientes la intervención del fisioterapeuta, con lo que se completará la recuperación, reforzando el área, es decir, previniendo su debilitamiento una vez se logre su curación. Igualmente, la fisioterapia ayuda a fortalecer la zona y así evitar futuras lesiones.
En cuanto a la cirugía, no suele recurrirse a ella, salvo en casos muy excepcionales, por lo que es importante seguir las recomendaciones del médico para ir avanzando en la cura.
Por lo tanto, si queremos saber qué es bueno para la tendinitis del brazo, la respuesta solo puede darse de forma personalizada. Aun así, siguiendo los aspectos señalados, sí tenemos una clara orientación al respecto. No perdamos de vista, por ejemplo, que los síntomas mejorarán si se siguen los consejos médicos. Ello implica, por ejemplo, cambiar hábitos para que le problema no reaparezca, y guardar el necesario reposo durante el tiempo necesario para ir reduciendo la inflamación.
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