La alergia alimentaria es una reacción anómala o exagerada a un alimento provocada por el sistema inmunológico del organismo. Entre los alimentos que de forma más frecuente son causantes de la alergia alimentaria en adultos están los mariscos y el pescado, los frutos secos, como nueces o cacahuetes. En los niños también pueden ser problemáticos la leche, huevos, el trigo, nueces, etc.
Los síntomas más comunes de la alergia alimentaria son:
El diagnóstico por parte del alergólogo requerirá de la realización de un historial médico detallado del paciente, análisis de sangre, pruebas alérgicas cutáneas, como el prick-test y prueba con dietas que eliminen los alimentos que pueden ser responsables de la alergia.
La única forma de prevenir que se repita la alergia alimentaria es no tomando los alimentos responsables de la misma, una vez identificados; aunque en ocasionas esto resulta difícil al estar un componente alimentario en diferentes productos no siempre identificados.
Nuevos consejos para evitar las alergias alimentarias
Un estudio publicado en la Canadian Medical Association Journal propone introducir alimentos y alérgenos en la dieta de los niños entre los cuatro y seis meses de edad para detectar posibles alergias o intolerancias. Así, se puede guiar a los médicos, pediatras y las familias a la hora de detectar estos posibles problemas.
Opinan que si los niños consumen alimentos potenciales de hacer reacción de forma regular, se aumenta su tolerancia y se disminuye el riesgo. Entre 1997 y 2007 las alergias alimentarias en Estados Unidos se han incrementado un 18%. De hecho, se han encontrado evidencias de que los niños con padres que sufren alguna clase de intolerancia, sobre todo al cacahuete, tienen más probabilidades de padecerla.
La introducción del cacahuete en una dieta temprana reduce el riesgo de padecer alergias en un 80%, lo que supone un importante avance en la prevención de esta clase de reacciones, que pueden llegar a ser muy peligrosas. Otros estudios anteriores recomendaban que se evitasen los alimentos potencialmente alérgenos para evitar problemas de este tipo, por eso muchos padres no los introducían en las dietas ni siquiera durante el embarazo.
La realidad de alergias e intolerancias alimentarias
La doctora Dolores del Olmo, especialista endocrino del Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid, alerta de la creciente incidencia de alergias e intolerancias alimentarias, términos cuya tendencia a la confusión puede acarrear consecuencias graves, por lo que resulta imprescindible diferenciarlas nítidamente. Las primeras son manifestaciones de reacciones inmunológicas frente a alguna proteína integrante de un alimento. Se ven comúnmente involucradas inmunoglobulinas E y pueden desencadenar shock anafiláctico de pronóstico letal. Por su parte, las segundas son ajenas al sistema inmunitario, tratándose de rechazos a ciertos alimentos evidenciados con síntomas inespecíficos, habitualmente de carácter digestivo. Otra diferencia radica en que mientras los síntomas en las intolerancias son proporcionales a la cantidad de alimento ingerido, en una reacción alérgica pueden bastar ínfimas cantidades de la sustancia involucrada. Los procedimientos diagnósticos también revelan divergencias insalvables: las alergias cuentan con pruebas bioquímicas específicas, recurriéndose en las intolerancias a la recogida de información asociando ingesta de ciertos alimentos con aparición de síntomas. Conocido el alimento problema, en algunos casos es posible confirmación con alguna prueba específica. Las sociedades científicas de Alergología y Nutrición alertan de la escasa fiabilidad de los tests de intolerancias alimentarias por involucrar a la inmunoglobulina G, no confiriéndoles tampoco utilidad en diagnóstico de la obesidad. Asimismo afirman que aunque algunas enfermedades crónicas son asociadas a aquellas, solo existen evidencias de algunos alimentos como factores predisponentes.