La estimulación cognitiva es el conjunto de técnicas, actividades y estrategias de tipo neurológico que tienen como objetivo optimizar el funcionamiento del cerebro, y de sus funciones de tipo cognitivo, tales como la memoria, la atención, la percepción, el lenguaje, la abstracción, etc. Las mismas pueden aplicarse a personas sanas, para mejorar sus capacidades, como por ejemplo la estimulación temprana en niños, los programas de concentración deportiva o para mejorar la memoria en mayores. Lo más frecuente es que se utilice con fines terapéuticos, para suplir un déficit cognitivo, por ejemplo en casos de Alzheimer, en esquizofrenia, lesiones cerebrales, trastornos generalizados del desarrollo, déficit de atención con hiperactividad, etc.
Los déficits cognitivos que recomienda la utilización de estas estrategias son los derivados de:
Todavía no se conoce a ciencia cierta su efectividad para tratar las secuelas de maltrato infantil, adicciones o enfermedades como el cáncer.
Las estrategias de estimulación cognitiva partirán del diagnóstico de las habilidades, capacidades y déficits cognitivos de la persona, tendrán un carácter personalizado, en función de los ámbitos que se pueden estimular, que habrán de ser determinados por el neuropsicólogo, que trabajará conjuntamente con el neurólogo, ya que en la mayoría de los casos estos programas, serán complementarios del tratamiento farmacológico.
La base de cualquier tratamiento pasa por incidir en las áreas que pueden mejorar o se pueden mantener, teniendo mucho cuidado en no trabajar con áreas afectadas por la enfermedad, que no van a mejorar y que darán lugar a frustración en el paciente.
Entre los materiales y recursos utilizados nos encontramos con láminas y tarjetas para estimular al paciente, fichas de trabajo, materiales para manipular, recurrir a la música, al baile o a cantar, utilización de cuentos, libros, juguetes, etc.