La fibromialgia es una patología crónica de tipo reumatológico caracterizada por dolores que normalmente afectan al aparato locomotor, son de tipo muscular o musculoesquelético y se acompañan de cansancio o fatiga y de una gran sensibilidad, sin que exista una patología orgánica que lo justifique. La ansiedad o la depresión también se pueden dar. Aparece con más frecuencia en las mujeres que en los hombres.
Las causas son desconocidas, pero se relaciona con:
La fibromialgia aparece con más frecuencia asociada a determinadas enfermedades como son el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante.
Si eres mujer con algún antecedente en la familia con fibromialgia, es más probable que la puedas padecer.
La principal característica de esta patología es el dolor muscular o mialgia, de tipo crónico, afectando a diferentes partes del organismo, difuso, por más de tres meses. Puede empeorar con el frío, si se realiza una actividad física muy intensa o en situaciones de estrés. Es un dolor que no responde a un estímulo concreto, mayor de lo normal y persistente.
Además se acompañará de:
El tratamiento de la fibromialgia corresponderá de forma coordinada a reumatólogos, internistas, médicos de familia y especialistas en tratamiento del dolor. Es muy importante realizar un buen diagnóstico, y que el paciente entienda lo que le pasa. No existe cura, pero si hay posibilidades de que se alivien los síntomas, mediante diferentes actuaciones:
Avances en el tratamiento de la fibromialgia
La fibromialgia afecta al 3% de la población mundial, y en concreto su prevalencia es mayor en el género femenino. Normalmente, la enfermedad cursa con dolor en diferentes partes del cuerpo, cansancio generalizado o problemas para dormir. Además, debido a la merma de la calidad de vida se añaden otros síntomas como la irritabilidad o el malestar general.
En los últimos años los expertos en este tema han realizado avances en el tratamiento de la enfermedad. El diagnóstico se basa en el reconocimiento de las lesiones neurológicas causadas por la enfermedad, aunque algunas pruebas como las radiológicas no son capaces de detectarlo.
Normalmente son los reumatólogos los que se encargan del diagnóstico y tratamiento de esta patología, porque los síntomas suelen cursar con dolor en las articulaciones, por lo que se podría confundir con una enfermedad de este campo. Normalmente, hay que hacer un estudio del paciente para determinar factores de riesgo como el sexo o los antecedentes familiares y tratar de hacer un diagnóstico preciso que reduzca los síntomas y mejore la calidad de vida de los enfermos.
Los fármacos actúan sobre el centro del dolor y permiten un alivio de la intensidad, lo que mejora la capacidad de los pacientes de llevar una vida normal.