La hipoacusia es una de las patologías estudiadas y tratadas por los otorrinos, caracterizada por la incapacidad o dificultad en su totalidad o en parte, para escuchar sonidos, a través de un oído o de ambos.
Es decir, estamos ante un problema auditivo referido a una patología que trata la otorrinolaringología, en cuyo significado vamos a profundizar con fines prácticos. A continuación, veremos en qué consiste este problema de salud de naturaleza limitante para la vida diaria.
En efecto, se puede padecer hipoacusia en un oído o en ambos y a la hora de definirla además debe hacerse referencia no solo a la pérdida de oído, sino también al nivel de sordera que se padece, medida en decibelios.
Por lo tanto, cuando no se tiene una audición normal, el diagnóstico de hipoacusia puede ser leve, moderada, severa o profunda. Normalmente, la hipocausia se refiere a una pérdida de audición que no supone una completa pérdida de la capacidad auditiva.
A nivel de terminología, cuando la sordera es completa, en lugar de utilizar el término de hipoacusia sería más adecuado hablar de anacusia.
Igualmente, la tipología de la hipoacusia comprende desde una hipoacusia neurosensorial, que describe dos problemas distintos, ya que incluye tanto la pérdida del oído interno como neural, relativo al nervio auditivo.
La hipoacusia cuya causa proviene del oído externo y medio se denomina conductiva, siendo la hipoacusia mixta aquella que combina las dos anteriores.
Son muchas las posibles causas de una hipoacusia. Desde exceso de cera en el oído hasta lesiones en los huesos de esta parte de la anatomía, en especial de los pequeños huesos que tenemos detrás del tímpano, a´si como debido a la rotura de éste.
También puede ocasionar una hipoacusia la presencia de un objeto extraño en el conducto auditivo o los efectos secundarios de la toma de ciertos fármacos, así como o deberse a razones genéticas.
Las causas de la hipoacusia son diversas. Algunas de ellas:
La diferencia auditiva entre los oídos durante el tiempo, así como el empeoramiento del nivel de sordera y sentirse marginado del entorno al no poder escuchar conversaciones o sonidos son síntomas comunes, que pueden verse acompañados de zumbidos, dolor en el oído o en la cabeza.
Algunos síntomas preliminares de la hipoacusia serían la dificultad para dar seguimiento a charlas en las que intervienen más de 2 personas, la apreciación de algunos sonidos como muy fuertes, dificultad para escuchar en ambientes con mucho ruido, o con ruido de fondo, dificultad mayor para escuchar la voz de la mujer. También pueden ser síntomas las sensaciones de presión en el oído, de desequilibrio o mareo, de zumbidos en los oídos.
Si existen algunos de estos síntomas, se recomienda contactar con el otorrino, cuando además:
Entre las pruebas médicas que se realizan para determinar el carácter de la hipoacusia, se encuentra la audiometría, que permite medir la magnitud de la pérdida auditiva y el tipo, la timpanometría, que detecta problemas en el oído medio y la resonancia magnética de cabeza, utilizada cuando hay sospecha de fractura o tumor.
En cuanto al tratamiento, por lo general, la causa que provoque la hipoacusia determinará en gran medida el tratamiento a aplicar, por lo que resulta de gran importancia encontrarla.
Algunas hipoacusias se pueden tratar con cirugía, como por ejemplo las derivadas de rotura del tímpano o el daño a los huesos del oído. Otras hipoacusias requerirán de dispositivos que ayuden a la audición, o incluso lenguaje por señas.
No siempre es posible conseguir una curación completa, ni siquiera una mejora del nivel de audición. En ocasiones, está indicada la cirugía, pero en otras se incluyen dispositivos que ayuden a la audición (audífonos, muy perfeccionados gracias a nuevas tecnologías) o incluso recurrir al aprendizaje del lenguaje por señas.
Salvo situaciones ocasionadas por problemas no previsibles, como la rotura de un tímpano, pongamos por caso, un diagnóstico temprano ayuda a menudo a evitar la pérdida auditiva.
Evaluar el estado de la audición de forma periódica por parte del otorrino puede llegar a ser decisivo, sobre todo cuando el paciente reúne una serie de características que lo hacen proclive a padecerla, como la edad (la hipoacusia debida a la edad se conoce con el nombre de presbiacusia) o una predisposición genética, entre otros factores.
En suma, si bien no siempre es posible la prevención, lo cierto es que no descuidar este tipo de problemas, sin duda alguna, puede evitar futuras complicaciones a muchos pacientes.