La micropigmentación consiste en la aplicación de una técnica de maquillaje permanente y se emplea para mejorar diferentes rasgos de la anatomía corporal, tanto masculina como femenina.
Por un lado, se trata de un tratamiento médico estético utilizado, sobre todo, para fines meramente estéticos y, por otro, tiene también numerosas aplicaciones orientadas a corregir secuelas desde un enfoque reconstructivo.
Si buscamos una breve definición desde un punto de vista práctico, hemos de afirmar que consiste en la implantación de pigmentos en la epidermis de forma indolora con objetivos muy variados.
La micropigmentación, en efecto, puede servir para muy distintos fines, desde el maquillaje permanente o la delineación de las cejas, pongamos por caso, a la corrección de zonas dañadas. Entre otras posibilidades, áreas provocadas por quemaduras, defectos genéticos o, por ejemplo, tratamientos médicos agresivos, como la quimioterapia o una cirugía.
De este modo, la micropigmentación es un tatuaje temporal que nos ayuda a lograr una mejora estética o a efectuar una corrección dérmica gracias a técnicas que persiguen un resultado lo más natural posible.
Sus aplicaciones abarcan un amplio abanico de posibilidades, ya que logra buenos resultados tanto para subsanar una pigmentación desigual de la piel como para reconstruir una parte del cuerpo, como ocurre con la pérdida de la aureola del pezón cuando se sufre una mastectomía o, por ejemplo, con el fin reducir la apariencia de las cicatrices.
Mejorar a nivel estético los labios, las cejas, los párpados o las pestañas son algunas de las posibles aplicaciones cosméticas de la micropigmentación, un sector de la medicina estética en pleno auge.
Su versatilidad, así es, permite usos tan distintos como los apuntados, así como otros muchos, entre ellos ayudar a disimular la calvicie y la alopecia púbica, así como ser de utilidad para dibujar pecas y lunares o eliminar el vitiligo.
El tratamiento consiste en implantación de pequeñas cantidades de pigmentos coloreados de forma específica mediante una serie de pequeñas inyecciones indoloras.
El tiempo que se precisa para cubrir un determinado área puede variar en función de su tamaño. Una sesión promedio, por servir de orientación, puede durar en torno a los 40 minutos.
Durante el tratamiento, el paciente puede sentir una cierta incomodidad, que se puede evitar o minimizar mediante la toma de un analgésico. En el caso de tratamientos especialmente complejos, se suele sedar al paciente con anestesia local.
En todos los casos se sigue un protocolo que garantice medidas de seguridad e higiene, además de informarse al paciente del número de sesiones necesarias, duración y posibles contraindicaciones.
En suma, tanto a la hora de estipular el tiempo de aplicación como la técnica a utilizar y otros aspectos afines, el tratamiento tendrá sus características dependiendo de cada caso. Por obvias razones, no podemos comparar una micropigmentación del cuero cabelludo con otra realizada en las cejas o, sirva de ejemplo, el tatuaje de aureola y pezón.
Una vez realizado el tratamiento, sea cual sea su naturaleza, se realizan revisiones periódicas para comprobar cuál es el estado de los pigmentos, ya que podría haber necesidad de retoques.
Por otra parte, su durabilidad no es permanente. Es entonces cuando se decide sobre los retoques necesarios, pues ésta varía en cada persona en función de distintos factores, como el tipo de piel o el estilo de vida.
Normalmente, el resultado definitivo se obtiene a los pocos días de su realización, pues la piel tratada, al principio, está un poco más oscura. Una vez pasados esos cinco o siete días, algunas partículas sueltas se desprenderán de la piel por completo y se podrán apreciar sus efectos alrededor de medio año a un año y medio.
Este último caso, por ejemplo, forma parte de un proceso de reconstrucción mamaria que consiste en distintas fases y puede llegar a ser complejo. Además, está incluido en el sistema sanitario, al tratarse de la última fase de la reconstrucción.
En este caso se realiza un tatuaje, pero un poco diferente de los que conocemos, ya que es más superficial, y utilza pomada como anestesia. Lo que hace es emplear tonalidades rojizas y marrones simulando las areolas naturales, buscando siempre la armonía en las pacientes.
Las reacciones alérgicas a los pigmentos son posibles, pero raras, razón por la que se realiza una prueba de alergia o, simplemente, se evita su aplicación, según criterio médico.
Sin dejar de tener en cuenta esta posible reacción alérgica, hay que apuntar aquí que la micropigmentación es una opción elegida por pacientes con alergias al maquillaje convencional. Por lo tanto, realizar las pertinentes pruebas de alergia antes de decidir si es una buena solución es clave para obtener los mejores resultados.
Por último, su aplicación implica riesgos que van más allá de las reacciones alergias. Algunos de los posibles efectos secundarios son las infecciones o los granulomas, además del enrojecimiento de la zona durante los primeros días, que también puede acompañarse de un cierto dolor.
Para ello, se deben mantener una serie de cuidados para que la zona cicatrice durante la primera semana, si bien tomando las adecuadas precauciones antes y después del tratamiento no debería haber ningún problema.
A la hora de optar por una de las técnicas de decoración de la piel, como son los tatuajes y la micropigmentación, hemos de tener en cuenta sus principales diferencias. Entre otras, los pigmentos utilizados, su duración y la profundidad de la dermis a la que llegan.
Sobre este último aspecto es importante saber que mientras en el tatuaje la tinta llega a una capa de la piel profunda, llamada dermis, la micropigmentación lo hace en la epidermis, la capa más superficial de la misma.
Con respecto a su duración, frente a un máximo de cinco años de la micropigmentación, el tatuaje es permanente. En ambos casos, sin embargo, su eliminación se realiza a través del láser.
En concreto, la tecnología láser genera pulsos de energía con una longitud de onda específica, que actúa de forma selectiva solo sobre los pigmentos de tinta. Tras el tratamiento, el resultado es "una piel integra, sin rastros, con un tono uniforme y sin cicatrices", apunta Mario Sánchez, directivo de Tatualia.
Los pigmentos utilizados en la técnica de la micropigmentación, por último, son hipoalergénicos y están formados por partículas más pequeñas, y su base es oleosa, en lugar de usar el alcohol.