Los tumores de cabeza y cuello son un grupo de cánceres que aparecen en esta parte de la anatomía. Pero, aunque se incluye numerosas localizaciones anatómicas, se excluyen los tumores de dicha región que surgen en la piel, así como los tumores cerebrales, de tiroides, del sistema nervioso y esófago.
En esta definición se incluyen otros muchos, como el tumor de la cavidad nasal, de los senos paranasales, la osofarige, amígdala, base de la lengua, paladar blando, laringe, cuerdas vocales, labio, glándulas salivares y cavidad oral. Así considerado, podemos afirmar que el cáncer de cabeza es el sexto más común del mundo. En España, cada año se diagnostican más de 12.000 nuevos casos, con una edad media de aparición superior a los 50 años, y se espera un incremento
Sufrir afonía o cambios en la voz, visión doble, tener dificultades al tragar, las fosas nasales obstruidas, dolor de oído o notarse bultos o ganglios cervicales palpables son algunos de los síntomas que podrían alertarnos de estar padeciendo un tumor de cabeza o cuello. Cada tipo de cáncer irá asociado a distintos síntomas, que pese a ser comunes muchos de ellos, a su vez diferirán en cada paciente y según la zona en la que aparezcan.
Dividiendo en grandes grupos los tumores de cabeza y cuello, podemos aludir a esta breve clasificación, que los separa en cáncer de nasofaringe o cavum; cáncer de osrofaringe y cavidad oral; tumores de glándulas salivares, así como tumores de nariz y senos paranasales.
Su tratamiento es complejo y, lógicamente, depende de diferentes factores: tanto del tipo del tumor y ubicación como de su estadio, así como de las características del paciente en lo que respecta a edad y estado de salud general. El mismo será determinado por el oncólogo de forma conjunta con otros especialistas.
En función de la valoración realizada por el especialista, a partir de la cual se establecerá un tratamiento que podría incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia y medicamentos específicos.
Igualmente, definir la mejor estrategia puede requerir el trabajo conjunto de un equipo multidisciplinar. Ya sea la elección de uno o varios tratamientos, las opciones deben considerarse teniendo en cuenta no solo la eficacia terapéutica sino también otros aspectos, como las posibles secuelas y sus consecuencias de cara a su calidad de vida.
Si bien la terapéutica ha avanzado de forma importante, y sigue haciéndolo, hoy, por lo general, el tratamiento implica ir superando duras etapas que pueden dejar secuelas permanentes. De hecho, esta tipología de cánceres a menudo afecta a funciones vitales, deteriorando la calidad de vida del paciente.
No en vano, la cirugía para los cánceres de cabeza y cuello, pongamos por caso, alteran la capacidad del paciente para masticar o hablar, así como su aspecto. O, por ejemplo, tras una cirugía de cuello, como una extirpación de laringe o laringectomía, el paciente siente rigidez en algunas zonas.
Aunque, por otra parte, también es cierto que nuevas técnicas en cirugía de cabeza y cuello (cirugía robótica) resultan mucho menos invasivas y, además de minimizar las complicaciones durante la intervención, permiten reducir este tipo de efectos secundarios.
Fuera de la cirugía, la radiación en la cabeza y cuello también puede suponer efectos secundarios como llagas en la boca, cambios en el sentido del gusto, dolor de oído, hinchazón o, entre otros problemas, irritación y enrojecimiento.
En algunos casos, la rehabilitación (cirugía plástica o reconstructiva, prótesis, fisioterapia, dieta, etc.) después de la intervención o el tratamiento ayudará a superarlos, pero no siempre se superan de forma completa o ésta ni siquiera ayuda, dejando secuelas permanentes.
Por lo tanto, preservar la calidad de vida del paciente también es importante, aunque el principal objetivo del tratamiento siga siendo combatir la enfermedad, idealmente mediante su cura o, al menos, logrando su control.
A este respecto, tanto el control de la enfermedad como su cura requieren un tratamiento de seguimiento personalizado, con el fin de seguir manteniendo la efectividad del tratamiento y, en caso de cura, evitar que el tumor regrese o se forme otro nuevo.
No olvidemos que el pronóstico de estos tumores depende de muchos factores y, por otro lado, las personas que han sufrido cánceres de cabeza y cuello tienen más riesgo de presentar un nuevo tumor.
Sobre todo, las personas que fuman y consumen alcohol, motivo por el que se aconseja dejar estos malos hábitos, así como cuidar la higiene bucodental y evitar los factores de riesgo en la medida de lo posible. Otras causas son difíciles de controlar o simplemente no pueden preverse, como ocurre, por ejemplo, con el tumor cervical provocado por lesión o tortícolis, mientras algunos tumores en debajo de la piel pueden ocasionarlos quistes.
Entre otros, se consideran factores de riesgo, fumar, beber alcochol, el virus del papiloma humano, las infecciones bucales crónicas o virus como el de Epstein-Barr, así como la exposición a partículas contaminantes. Por último, no existen programas de detección precoz.
Descubren nuevos marcadores moleculares para tumores de cabeza y cuello
Un nuevo trabajo de investigación publicado en la revista Nature Communications ha descubierto nuevos marcadores moleculares para tumores de cabeza y cuello. La proteína p21 es un inhibidor de las quinasas dependientes de las ciclinas que gobiernan la progresión del ciclo celular en células eucariotas. Por tanto, la actividad de esta proteína logra bloquear la división celular.
Los niveles de p21 están regulados principalmente por el gen supresor de tumores p53, se han descrito otros mecanismos que regulan esta proteína a nivel transcripcional y post-transcripcional. Esta investigación describe un nuevo mecanismo de regulación de p21 por la ruta celular de mTOR, que promueve procesos anabólicos en respuesta a determinados estímulos ambientales.
Así, los miembros del Departamento de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Central de Asturias y del IUOPA-Universidad de Oviedo, han encontrado que esta ruta molecular cobra especial relevancia en tumores de cabeza y cuello y que podría contribuir a predecir la tasa de supervivencia de los pacientes que los padecen y a la elección de los tratamientos más adecuados para su condición y para mejorar las perspectivas de curación.