Las contracciones antes del parto no siempre son una señal de que pronto se dará a luz. En este artículo abordaremos tanto las contracciones reales como aquellas conocidas como de Braxton-Hicks, además de la forma de distinguirlas.
Pero empecemos definiendo qué son las contracciones, básicamente movimientos musculares que se producen en el útero con el fin de preparar el organismo para el nacimiento.
Su generación obedece a la doble fase de contracción y relajación de todo músculo, habida cuenta de que el útero lo es. Cuando se contrae, se produce presión en la parte superior del mismo, extendiéndose para así empujar al bebé hacia el canal cervical, en dirección a la vagina.
El endurecimiento del abdomen es el síntoma más claro de que se está sufriendo una contracción. ¿Pero, cómo son las contracciones verdaderas? Entre otras características, cuando son contracciones que anuncian el parto éstas además resultan dolorosas, aunque no siempre es así. En otras palabras, el dolor no es un síntoma específico que permita distinguirlas en un sentido o en otro.
Es decir, se pueden tener contracciones durante el todo el proceso de gestación, y éstas comienzan a partir de las cuatro semanas. Son las denominadas contracciones Braxton Hicks o contracciones de práctica, pero no conducen a un parto. Se las puede llamar, por lo tanto, contracciones de falso parto.
Sin embargo, al avanzar el embarazo y, sobre todo, conforme se acerca la fecha prevista del parto, se hace cada vez más difícil distinguir ente las contracciones verdaderas y falsas. Algunas veces es difícil distinguir unas de otras, ya que al final del embarazo ambos tipos pueden ser dolorosos.
Contracciones, parto: no siempre son sinónimos. De hecho, es clave saber cómo son las falsas contracciones para así distinguirlas de las verdaderas. Sus principales características son, entre otras, su ubicación en la parte baja del abdomen, no tanto en la espalda, como ocurre con las contracciones verdaderas. Además, su patrón es irregular.
Es decir, se producen en intervalos irregulares y, con el tiempo, no irán aumentando en duración ni intensidad. Puede afirmarse, por lo tanto, que las contracciones falsas tienen una intensidad más débil y al pasar el tiempo no se vuelven más intensas.
Además, pueden sentirse con o sin dolor, no siendo así, por lo general, cuando se trata de contracciones verdaderas, cada vez más dolorosas. También es posible que desaparezcan al descansar o cambiar de posición y desaparecer al beber agua, ya que en ocasiones son un síntoma de deshidratación.
Las contracciones verdaderas producen cambios en el cuello del útero, por lo que un examen del mismo permite al ginecólogo confirmar de qué tipo de contracción se trata. En el caso de las falsas contracciones, no hay cambio uterino o, lo que es lo mismo, el cuello no se abre o dilata ni se adelgaza gradualmente.
Asimismo, existen algunas señales que ayudan a identificarlas. Su comienzo más espaciado, por ejemplo, cada 15 minutos, para ir haciéndose más frecuentes e intensas.
A diferencia de las contracciones falsas, duran más y ocurren a intervalos cada vez más cortos, con una frecuencia regular. Sin embargo, en posición vertical, su intensidad suele disminuir.
Cuando se hacen cada vez más frecuentes, pueden llegar a durar entre medio y un minuto y producirse cada cinco minutos. De hecho, la frecuencia e intensidad son las características más importantes.
En contra de las contracciones falsas, en las verdaderas el dolor no cesa aunque cambie de posición. Por otra parte, el dolor de cada contracción suele empezar en la espalda y abarcar el abdomen.
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