Las mujeres que buscan concebir siempre están atentas al primer síntoma que pudiera darles la tan deseada noticia del embarazo. Algunos de esos síntomas, bien es cierto, son lo suficientemente llamativos como para no tener que estar atentos a ellos, entre otros la ausencia de reglas o las náuseas. Otros, sin embargo, son más sutiles, pero ninguno de ellos proporciona la seguridad diagnóstica buscada.
Sea como fuere, para salir de dudas, hay que hacer una prueba de embarazo, una herramienta de autodiagnóstico de alta confiabilidad que mide la presencia de la hormona hCG en la orina o en la sangre. ¿Pero, en qué momento, cuándo se puede hacer una prueba de embarazo?
Intentaremos responder a la habitual pregunta de a cuántos días se puede hacer una prueba de embarazo. En principio, la confiabilidad de las pruebas, siendo de alta, no es total, por lo que para tener certeza será necesario realizar varias de ellas e, idealmente, confirmar los resultados gracias a un análisis de sangre.
Es decir, habida cuenta de que la prueba urinaria permite obtener un resultado rápido y altamente fiable, pero no por completo, es importante no hacer el primero de manera demasiado temprana. De hecho, se podrán tener resultados diferentes, si bien en caso de que alguna de ellas sea positiva debe acudirse al médico o a un laboratorio de análisis para realizar una prueba de embarazo sanguínea.
Por lo tanto, saber desde cuándo se puede hacer prueba de embarazo es clave para no obtener resultados falsamente negativos. Tengamos en cuenta que la hormona hCG empieza a producirla el embrión, como muy pronto, 6 días después de la fecundación, pudiendo tener que esperar hasta los 12 días. Por lo tanto, no serviría de nada hacerla unos días después de una relación sexual, ya que hasta que no inicie la producción de dicha hormona por el embrión, las pruebas son inútiles.
Las pruebas de embarazo sanguíneas se recomienda hacerlas de 1 a 6 días antes del retraso menstrual, pero a partir del primer día de retraso menstrual su confiabilidad será mayor, con lo que idealmente hay que hacerla con varios días de retraso, por ejemplo, durante la semana después del mismo.
Por lo tanto, se puede hacer la prueba de farmacia con un solo día de retraso, pero si sale negativo, podría no serlo y debería repetirse al pasar algunos días, por ejemplo, una semana después para descartar que el resultado hubiera sido un falso negativo. Es decir, para hacer una prueba de embarazo altamente confiable debe tenerse clara la fecha de inicio del periodo, para así evitar falsos negativos en caso de no acertar en cuanto al momento en el que debería venir la regla.
Si el ciclo es muy irregular o sencillamente no se controlan las fechas del mismo, se debe hacer una prueba de embarazo, por lo menos, 21 días después de la relación sexual o de la última de ellas.
De forma práctica, podría seguirse esta pauta: el test de embarazo de farmacia puede realizarse el primer día de retraso, y si el resultado es positivo puede confirmarse con el análisis de sangre. En caso de que el resultado del test de orina siga siendo negativo, hacer otro transcurridos unos días, de 3 a 5. Si da negativo, pero sigue habiendo retraso, hacer una nueva al pasar unos días, teniendo en cuenta que el análisis de sangre es más fiable, con lo que podría ser conveniente hacerlo e incluso informar del número de semanas de gestación.
Imagen: Tvornholt en Wikimedia
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