La vitamina B9 o ácido fólico es esencial para la renovación celular, así como para el desarrollo del feto en caso de embarazo. Descubrir el rol de estos folatos, así denominados cuando se encuentra de forma natural en los alimentos, así como las dosis recomendadas durante el periodo de gestación y también en la preconcepción, ayuda a entender su importancia.
La vitamina B9 es soluble en agua y cumple un importante papel en diferentes funciones del organismo, entre otras, en la producción de material genético (ADN), así como en la división celular o la formación de glóbulos rojos. Asimismo, resulta esencial en el funcionamiento de los sistemas nervioso e inmune.
Es decir, se trata de una vitamina esencial para la producción de nuevas células en el cuerpo de la madre y también del feto, razón por la que es especialmente importante durante la gestación, incluyendo la etapa preconcepcional.
Para que pueda cumplirse de forma adecuada la función del ácido fólico para la mujer embarazada y el feto que está gestándose se precisa una ingesta determinada, que deberá decidir el ginecólogo. De forma orientativa, podemos afirmar que es de alrededor de 400 μg diarios, siendo de 300 μg en adultos en general. Es decir, las embarazadas tienen unas necesidades más elevadas.
La importancia de la función del ácido fólico se comprende de forma más sencilla poniendo el foco en los problemas que supone el déficit. En concreto, puesto que resulta clave en la división celular, una deficiencia puede provocar graves consecuencias en el feto. Tengamos en cuenta que, de haber una deficiencia de ácido fólico entre el día 14 y 30 del embarazo, la fase decisiva del desarrollo del sistema nervioso del embrión, puede ocasionar malformaciones del sistema nervioso, incluido el tubo neural.
De hecho, la espina bífida es una patología grave, si bien se produce raramente, en alrededor de uno de cada mil embarazos. Por lo tanto, el ácido fólico ayuda a prevenir los defectos que puedan producirse en el tubo neural.
Asimismo, la función de ácido fólico en el embarazo está relacionado con la salud de la madre. En concreto, los problemas sufridos por la madre a consecuencia de este déficit también repercuten en el feto. Entre otros problemas asociados a su falta podemos citar anomalías en el desarrollo de los tejidos maternos (placenta, circulación sanguínea), con la consecuencia de aumentar el riesgo de niños prematuros al producirse un retraso del crecimiento fetal.
Después del parto, el niño también precisa de reservas de folato para su crecimiento, y si no cuenta con ellas por el déficit presentado por la madre, su organismo también sufrirá en este sentido. Los pediatras, en ocasiones, aconsejan suplementar al bebé con ácido fólico.
La ingesta de ácido fólico en mujeres que planean un embarazo se aconseja desde tres meses antes de la concepción, así como durante los primeros tres meses de embarazo.
Aunque el folato está presente en numerosos alimentos (vegetales de hoja verde, legumbres, huevos, queso, fruta y alimentos enriquecidos, etc.) llegar a la cantidad recomendada en el embarazo y periodo preconceptivo suele precisar la ingesta de suplementos.
De nuevo, hacemos hincapié en determinar las dosis aconsejadas para cada paciente. Sobre todo, teniendo en cuenta que la administración de una cierta dosis de ácido fólico puede variar en determinados casos. Por ejemplo, en mujeres consideradas de alto riesgo, bien por tener antecedentes de espina bífida como por estar tratándose con medicamentos que pudieran ocasionar una suplementación mayor o menor.
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