Si las tasas de insulina superan lo considerado normal, podemos hablar de hiperinsulinismo o hiperinsulinemia. Por lo tanto, cuando la secreción de insulina es superior a lo que necesita nuestro organismo para un correcto funcionamiento, el paciente sufre esta condición médica.
¿Pero, cuáles son las consecuencias de ello? O, lo que es lo mismo ¿qué pasa si tienes la insulina alta? En este artículo vamos a ofrecer una visión general de los problemas de salud a los que pueden estar asociados los niveles sanguíneos de insulina excesivos.
De forma general, el hiperinsulinismo puede estar asociado con patologías que pueden englobarse en dos grandes grupos: en primer lugar, las relacionadas con un alto nivel de azúcar o glucosa en la sangre, que llevan a una reducción de la sensibilidad a la insulina por hiperglucemia.
En este caso, los tratamientos para el hiperinsulinismo buscan el aumento de la sensibilidad a la insulina, recomendándose un estilo de vida saludable (no sedentarismo, ejercicio físico, pérdida de peso, etc.), así como el uso de medicamentos que ayuden a incrementar aquella.
Tanto el tratamiento como la prevención son fundamentales para controlar el que es un factor de riesgo para distintas patologías, con el problema añadido que supone el hecho de que por lo general el hiperinsulinismo en estos casos suele ser asintómatico.
Es decir, por lo general no hay signos de hiperinsulinemia, pero si el nivel de insulina sufre un cambio brusco, los síntomas pueden ser desde el dolor de cabeza, la fatiga, la falta de concentración, la sed y los temblores. Unos signos que pueden presentarse también en no diabéticos, como riesgo asociado a la hiperglucemia y picos de insulina sufridos después de las comidas.
Por lo tanto, realizarse controles de salud regulares es un buen modo de lograr un diagnóstico precoz. No olvidemos que, al ser un factor de riesgo de patologías tan delicadas como la diabetes tipo 2, el síndrome de ovario poliquístico (SOP) o la hipertensión, un tratamiento temprano puede ser decisivo para evitar no solo contraerlas sino su agravamiento.
Por otra parte, el hiperinsulinismo puede relacionarse con aquellas condiciones médicas que llevan a una secreción excesiva de insulina y bajos niveles de glucosa (hipoglucemia). En otras palabras, existen formas de hipoglucemia que puede ocasionarlas una alta producción de insulina.
Estamos, por lo tanto, ante una hipoglucemia hiperinsulinémica producida por unos u otros tipos de exceso de insulina originados por diferentes enfermedades. Una de ellas es el hiperinsulinismo congénito, más frecuente en neonatos y lactantes o, en adultos, pueden ocasionarla tumores en el páncreas, que seguirán produciendo insulina al margen de los niveles de glucosa en sangre.
En cuanto a los síntomas de la hipoglucemia hiperinsulinémica, a diferencia del grupo anterior, sí pueden causar síntomas propios de la hipoglucemia, como son los temblores, la hipotonía, apnea o incluso crisis convulsivas.
La insulina alta, por lo tanto, conduce a problemas de salud que pueden ser importantes. Sea uno diabético o no, un exceso de esta hormona, esencial para la vida, debe diagnosticarse por el endocrino estudiando cada caso de forma personalizada, pues tanto las causas como las consecuencias pueden variar de uno a otro paciente.
La insulina alta y la resistencia a la insulina desregulan los procesos bioquímicos del organismo, pudiendo conducir al desarrollo de numerosas enfermedades metabólicas y generativas de distinta gravedad. Por lo tanto, al margen de los aspectos específicos desarrollados en este artículo, numerosos estudios apuntan que cuidar la dieta y el ejercicio moderado son claves para controlar los niveles de insulina.
No en vano, al margen de lo apuntado (posibles tumores, etc.), la causa principal de la hiperinsulinemia es la resistencia a la insulina, ocasionada por un nivel de insulina alto durante un largo período, provocando que el cuerpo sea menos sensible a la hormona. Así pues, la reacción habitual del cuerpo a una cantidad dada de insulina disminuye, estimulando la secreción de la misma por el páncreas. Hasta que dicho desequilibrio produce un aumento en el azúcar en la sangre que constituye un factor de riesgo para el desarrollo de numerosas enfermedades.
Actuar ante la presencia de insulina alta es fundamental, teniendo en cuenta que los síntomas asociados a la resitencia a la insulina son el aumento de peso, sobre todo alrededor del área abdominal, el hambre, la difícil concentración, el letargo y la hipertensión.
Aunque, lógicamente, volvemos a apuntar que los diagnósticos han de personalizarse, puesto que las generalidades sirven sólamente a nivel informativo, sobre todo cuando se trata de cuestiones tan complejas como ésta. Por lo tanto, serán otros los síntomas a identificar en el caso de sufrirse otras condiciones médicas relacionadas con el exceso de insulina. Hablamos del insulinoma o túmor pancreático, nesidioblastosis o, por ejemplo, la hiperinsulinemia primaria.
Sea como fuere, cuanto antes se diagnostique un cuadro clínico que curse con un elevado nivel de insulina, más probable será que evitemos posibles complicaciones o, al menos, que se reduzca su magnitud.