Antes de hacer un repaso de los complementos vitamínicos más recomendables durante el embarazo, veamos por si realmente se precisan, y en qué casos puede ser especialmente aconsejables.
Partamos de un concepto obvio: la futura madre debe tener una dieta variada y equilibrada, idealmente antes de la misma concepción, una cuestión en la que se insiste a nivel mediático en lo referido al ácido fólico, pongamos por caso. Y tanto en el hombre como en la mujer.
De no alimentarse de forma adecuada, al margen de que además deba absorber los nutrientes correctamente, difícilmente podrá extraerá todos los nutrientes que necesita para ella, ni tampoco para el buen desarrollo del feto. Por lo tanto, plantear la necesidad o no de vitaminas debe surgir de esta premisa.
¿Tomar o no tomar complementos vitamínicos durante el embarazo?
Plantearnos si los complementos vitamínicos son convenientes durante el embarazo, -en concreto la ingesta de vitaminas y minerales-, nos lleva a afirmar que la naturaleza está muy bien hecha y durante la gestación se producen cambios profundos en el metabolismo que ayudan a una mayor absorción por parte del cuerpo de estos nutrientes. Sin embargo, esto puede no ser suficiente y las vitaminas o complejos vitamínicos pueden ser convenientes, siempre recetados por el ginecólogo.
Sin embargo, además del consumo de los nutrientes básicos de la dieta a través de una dieta balanceada y la necesaria hidratación (beber suficiente y de forma regular), la mujer embarazada puede necesitar ciertas vitaminas y minerales. Del mismo modo, se puede correr el riesgo de consumir demasiado y, consecuentemente, también de sobredosis. No olvidemos que, durante el embarazo, la hipervitaminosis puede conllevar síntomas que a buen seguro toda madre querrá evitar, como más náuseas y dolor de cabeza, además de poder causar daños en el feto.
Las mejores vitaminas para embarazo
Así pues, citemos algunas de las mejores vitaminas en el embarazo, centrándonos en las siguientes: vitamina A, B9 o ácido fólico y D, así como minerales como el calcio, el yodo y el hierro. Siempre teniendo en cuenta que las necesidades personales pueden ser distintas en muchos casos, veamos las vitaminas apuntadas simplemente de forma orientativa.
La vitamina A es fundamental en la síntesis de la hormona del crecimiento, pero una buena dieta puede cubrir en gran medida las necesidades de esta vitamina.
Al intervenir en la división y multiplicación celular, la vitamina B9 o ácido fólico, por su parte, como hemos apuntado, es importante en el momento de la concepción, así como después. Durante el embarazo, la cantidad recomendada es de 400 microgramos y su deficiencia puede producir una malformación congénita neurológica conocida como espina bífida.
La vitamina D se sintetiza con la exposición solar y la recomendación en el embarazo es de 10 microgramos diarios y tiene una función clave a la hora de crear las reservas de calcio. En concreto, promoviendo el paso del calcio desde el intestino a la sangre y su fijación ósea, al tiempo que limita que acabe en la orina. Por lo general, la dieta y una exposición solar de unos minutos diarios bastan para satisfacer las necesidades de esta vitamina.
En cuanto al hierro, -cuya absorción es mayor con la vitamina C-, es responsable de la síntesis de glóbulos rojos, un aspecto clave para constituir la masa sanguínea del bebé, además de evitar que la madre sufra de anemia. Asimismo, el feto acumula reservas de hierro que usará hasta los primeros meses de su vida. La dosis diaria durante el embarazo suele doblarse, con 30 mg diarios, siempre bajo prescripción médica.
Por último, la suplementación de calcio puede sustituirse fácilmente con una dieta correcta y, por su parte, el yodo es importante para el desarrollo del cerebro del feto, así como para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides de la madre.
Etiquetado en: Nutricionista Dieta y embarazo