Las fisuras anales pueden ser ocasionadas por traumatismos en el revestimiento interior del ano provocados por alguna dilatación del canal anal. Bien se desarrollen por problemas de estreñimiento o por otras causas, las fisuras anales requieren de atención médica y, en los casos más graves, incluso puede aconsejarse el tratamiento quirúrgico por un especialista en cirugía general y del aparato digestivo.
Estar atentos a los primeros signos de alerta es fundamental para realizar un diagnóstico temprano que, por otra parte, descarte otras posibles enfermedades. Con el fin de orientar al lector al respecto, en este artículo vamos a definirla de forma breve y sencilla, así como abordar su sintomatología.
¿Qué son las fisuras anales?
En primer lugar, veamos qué es el canal anal, un pequeño tubo que conecta el recto con el orificio del ano, rodeado del esfínter anal, un músculo con forma de aro. Asimismo, la fisura anal es un corte o abertura que se produce en el revestimiento del canal anal.
Antes de abordar los síntomas de las fisuras anales, apuntemos que, si bien éstas son relativamente habituales, también es cierto que pueden confundirse con las hemorroides, entre otras enfermedades anales. Por lo tanto, es importante conocer los síntomas para no caer en esta confusión, una cuestión que el especialista tendrá en cuenta a la hora de hacer un adecuado diagnóstico.
Síntomas de las fisuras anales
Las fisuras anales suelen cursar con dolor y provocar contractura del esfínter y sangrado anorrectal. En efecto, el dolor es uno de los síntomas más evidentes de las fisuras anales, ya que éste suele ser agudo, comenzando cada vez que se defeca.
En concreto, el dolor se inicia con el paso de las heces y prolongarse de forma desigual. Se produce al estirarse las fibras que rodean la fisura anal, al paso de las heces.
En algunos pacientes, el dolor durará apenas unos minutos, mientras que otros pueden sentirlo durante algunas horas. Pero en todos los casos se caracteriza por ser un dolor intenso, de tipo cortante o lancinante, es decir, los pacientes sienten como si les cortaran con un cuchillo.
Asimismo, se trata de un dolor que se sufre durante la deposición, coincidiendo con el paso de las heces. Al margen del tiempo que luego dure, ya que suele persistir, aunque ya no tan vivo, sino más en forma de quemazón.
Un síntoma que, más allá de ayudar a un posible diagnóstico, por otro lado, también se puede sentir con las hemorroides y ocasionar problemas de salud asociados al retraso o incluso evitación de acudir al baño cada vez que el cuerpo lo pide, lógicamente, para no pasar por ello.
En concreto, la contractura del esfinter ocasiona en los pacientes una sensación de incomodidad, puesto que a consecuencia del dolor el esfínter se contrae y, de este modo, el organismo intenta protegerse del dolor. El resultado, como es fácil entender, no es otro que un empeoramiento de la situación.
Otro de los síntomas es la sangre: al utilizar el papel higiénico, puede aparecer sangre roja brillante, o también en las mismas heces. Además, en ocasiones, también se siente prurito o escozor en el ano.
Cuando la fisura anal es aguda o crónica, un síntoma característico es un pequeño bulto o marca en la piel, cerca de la misma fisura anal. En estos casos, aunque la cirugía (esfinterotomía) es una opción para algunos pacientes, no siempre es conveniente operar.
En función del diagnóstico realizado, será aconsejable realizar un tipo de tratamiento que, en ocasiones, permite elegir entre distintas opciones. El médico y paciente, por lo tanto, deberán valorar los beneficios y efecto secundarios asociados a cada una de las posibilidades. Sin olvidar, claro está, un posible contexto multidisciplinar en el que se desarrollen las fisuras anales para hacer la mejor elección.
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