La mujer puede sufrir distintos tipos de quistes en el ovario, pero los más comunes son los denominados funcionales, relativamente frecuentes durante la edad fértil, así como en etapas caracterizadas por cambios o desarreglos hormonales, como son la adolescencia y la menopausia.
Por lo general, un quiste funcional en ovario no es peligroso, entre otras razones, por su pequeño tamaño y su carácter no cancerígeno y normalmente desaparecen de forma espontánea en un periodo de uno a tres meses.
De forma general, los quistes ováricos son pequeños bultos que se forman en el ovario o sobre éste, formados por líquido. Aparecen a consecuencia de la ovulación, y puede formarse tanto durante como después de ésta.
Por resumir el proceso, el quiste contiene un óvulo que está madurando y bien se libere el óvulo y el saco de cierre después o en caso de no liberarse, llenándose de líquido, se produce dicho crecimiento ovárico anormal. Teniendo en cuenta, por lo tanto, que se trata de unos quistes por lo general inofensivos, salvo que crezcan y se compliquen.
Los cambios que experimenta el ovario a la hora de producir y liberar un óvulo ocasiona los quistes funcionales. Es con la formación de un folículo, que contiene el óvulo, como se determina el tipo de quiste de que se trata. Si el óvulo no puede liberarse, al no abrirse el folículo, se forma un quiste folicular, llenándose de líquido.
Otra posibilidad es que el quiste se forme tras la ovulación, formándose un quiste de cuerpo lúteo, que suele contener sangre. Ese quiste luteínico se produce cuando el saco se llena de líquido tras sellarse, aunque previamente ha liberado el óvulo
El examen pélvico puede hacer sospechar de la existencia de un quiste ovárico, a partir del cual se pueden realizar ecografías para confirmarlo. Ya se realice éste a consecuencia de un examen rutinario o porque la paciente acuda a la consulta por un dolor pélvico o sangrado, entre otros síntomas.
Hay que apuntar, sin embargo, que la mayoría de los quistes funcionales son asintomáticos, si bien los síntomas suelen aparecer cuando aquellos son de mayor tamaño. Además del dolor (persistente o repentino, así como antes, durante y después de las relaciones sexuales) o el sangrado vaginal sin tener la menstruación, puede acompañarse de un retraso en el inicio de la misma.
Aunque la inmensa mayoría de los quistes en el ovario no son malignos, cuando se detectan deben diagnosticarse para decidir si deben ser tratados y, en caso de ser funcionales, normalmente no se realiza seguimiento.
Será el ginecólogo quien determine, en definitiva, si debe controlarse, sometiéndose a un seguimiento. Es viendo su evolución como se puede comprobar que el bulto vaya aumentando o disminuyendo, hasta poder llegar a desaparecer.
De forma preventiva, en algunos pacientes pueden ser útiles las píldoras anticonceptivas, puesto que detienen la ovulación y, por lo tanto, también evitarían su formación.
En cuanto al tratamiento, como hemos apuntado, por lo general desaparecen de forma espontánea, sin tratamiento alguno. Si ocasionan molestias, el especialista puede recetar medicamentos para aliviar los síntomas, así como la aplicación de calor de forma local.
De sangrar o causar un dolor intenso, puede extirparse mediante cirugía ginecológica. En concreto, la laparoscopia es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva, que aplica un tubo delgado con luz en el abdomen, previa incisión. Se trata de una opción diagnóstica y quirúrgica menos invasiva que la laparotomía, que requiere una mayor incisión en el abdomen.
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