El cáncer de mama es el más común entre las mujeres, y se ha observado un aumento de casos, especialmente en los países desarrollados. La mayoría de los casos de cáncer amam se disgnostican en fases avanzadas. La mamografía no puede prevenir el cáncer, pero sí puede salvar vidas mediante la detección de la enfermedad de manera precoz.
Las posibilidades de curación de un cáncer de mama detectado en su etapa inicial es casi del 100%, según indica la AECC.
Desde la adolescencia las mujeres deben acudir al ginecólogo para realizar las revisiones pertinentes con el fin de prevenir enfermedades. En estas consultas el médico realiza una exploración de los genitales internos y de las mamas, una ecografía y un papanicolau con el fin de detectar si hay algún indicio de cáncer en el cuello del útero, pero llega una edad en la que también debe hacerse una prueba llamada mamografía.
La mamografía es una radiografía de las mamas que permite observar si existen indicios de cáncer de mama, tales como nódulos, o microcalcificaciones. Además ayuda a identificar la presencia de quistes y otras patologías benignas, y analizar los cambios que se producen en las mamas con el paso de los años.
Se recomienda iniciar esta prueba a partir de los 40 años. A partir de esta edad, la mamografía debe realizarse una vez al año. Si la mujer tienen antecedentes familiares u otros factores de riesgo de cáncer de mamá, puede solicitar la realización de la mamografía antes de los 40 años.
Algunos profesionales consideran que después de los 55 años, la mamografía debe llevarse a cabo cada dos años
El miedo hace que algunas mujeres no acudan a la consulta del médico para realizar la mamografía, los expertos explican que no hay que temer a los resultados, ya que sólo se encuentra cáncer de mama en entre 2 y 4 mamografías de cada 1000. y, en los casos en los que se encuentra, las posibilidades de curarlo son muy altas.
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