La otoesclerosis, también denominada esclerosis auditiva o esclerosis de oído, es una patología que se da con más frecuencia en mujeres de edad media, sobre todo de raza blanca, con especial incidencia entre las embarazadas, y suele producirse en ambos oídos.
Aun así, es importante apuntar que puede sufrirse a cualquier edad y producirse en uno o ambos oídos. Consiste en un trastorno específico que afecta a los oídos medio e interno, provocando una sordera progresiva, además de una serie de síntomas que merman de forma importante la calidad de vida del paciente.
Vamos a profundizar en esta pequeña introducción a la esclerosis del oido abordando su causa, desconocida, si bien podría ser hereditaria. En este aspecto, la ciencia todavía tiene mucho que descubrir.
De forma general, puede afirmarse que los pacientes disponen de un hueso esponjoso que se desarrolla en el oído medio, provocando problemas de audición. En concreto, el crecimiento impide que las ondas sonoras vibren a través de los huesos del oído, con lo que los problemas de audición obedecen a esta razón.
En particular, se fija el estribo, uno de los pequeños huesos del oído medio, concretamente el tercero, provocando la mencionada hipoacusia. Esta fijación, sin embargo, no siempre se produce e igualmente se puede diagnosticar esclerosis en el oído cuando se produce una lesión del oído interno, también con pérdida auditiva.
En otras palabras, si bien la mayoría de los casos cabe atribuir esta patología a la fijación del estribo, con el paso del tiempo los pacientes pueden ver afectado el oído interno.
Entre otros síntomas, los pacientes pueden padecer acúfenos o tinnitus, unos zumbidos que resultan muy molestos. Igualmente, junto a mareos o vértigo se puede tener sensación de náuseas y vómitos. Y, como hemos afirmado, la pérdida de oído es otro de los principales síntomas, así como las frecuentes infecciones de oído. Una sordera progresiva, que va empeorando conforme avanza la enfermedad.
En cuanto a su diagnóstico, que corresponde al otorrinonaringólogo, debe realizarse tras efectuarse distintas pruebas de audición, como la audiometría o la audiología, así como una tomografía computarizada del hueso temporal. Tanto para su identificación como para determinar su gravedad, así como posibles factores que añadan complejidad a la enfermedad.
Además de la farmacología, el uso de audífono es un posible tratamiento de la otoesclerosis, así como el tratamiento quirúrgico. En la intervención se realiza el reemplazo del estribo enfermo por una prótesis.
En ambos casos, el tratamiento obedece a la fase en la que se encuentre el paciente. De igual modo, los pacientes que no presentan síntomas importantes, que reduzcan su calidad de vida, pueden no precisarlo.
El diagnóstico y tratamiento tempranos son clave en el caso de la esclerosis en el oído, como ocurre con tantas otras enfermedades. No en vano, una rápida reacción en las primeras fases no solo puede evitar una situación difícil para el paciente durante años, al dificultar la convivencia e integración social, sino también para retrasar sus efectos o poder tomar medidas a nivel quirúrgico que podrían subsanar el problema de forma importante. Incluso restituyendo la audición por completo, si bien es obligado añadir aquí que cada paciente requiere de una atención personalizada.
Por último, a propósito de la cirugía, debe afirmarse que la otosclerosis es una patología que empeora si no se trata. Pese a que la cirugía, como cualquier intervención, no está exenta de riesgos, por lo general resulta eficaz para eliminar o minimizar síntomas de distinto tipo, como la sordera, mareos, vértigos o malestar general, así como los zumbidos.
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